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Reportaje:

Todo persuasión

El técnico portugués convence a todos los estamentos del equipo blanco de que la UEFA favorece a los azulgrana

Diego Torres

Mourinho entró al vestuario elevando la voz. "¡Siempre lo mismo!", repetía tras la derrota ante el Barça (0-2) el miércoles. "¡Siempre lo mismo!". Los jugadores lo observaron como quien asiste a un fenómeno rutinario. Los más próximos le dieron la razón entre sonoras lamentaciones. Los más alejados siguieron a los suyo, duchándose o vistiéndose. "¡Ahora cuando salgáis tenéis que decirlo! ¡El árbitro nos ha robado!", decía el técnico.

Aunque no les sugiriese nada, los jugadores ya sabían lo que tenían que hacer en caso de derrota: señalar al árbitro. El entrenador del Madrid llevaba un mes repitiéndoles que la UEFA les tendería una trampa. Sin dar más razones, les había reunido varias veces para explicarles que el organismo que rige el fútbol europeo no les quería en la Champions. "La UEFA nos vigila", les dijo Mourinho antes de la eliminatoria de cuartos contra el Tottenham, como si revelase un secreto. "Nos tienen entre ceja y ceja. Los árbitros nos estarán esperando para sancionarnos".

"Nos tiene entre ceja y ceja", le dijo el técnico a la plantilla sobre el organismo europeo
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Cruce de denuncias

Muy pocos jugadores razonaron que proyectaba una coartada. La mayoría le dieron la razón sin más, confortablemente instalados en una posición, la de víctimas, que los eximía de hacerse responsables de sus actos. Antes del clásico de Liga en el Bernabéu, sin embargo, hubo jugadores que razonaron el plan desde la perspectiva de Mourinho. Interpretaron que el técnico les pediría que cedieran el campo y el balón al Barça, más pendiente de evitar una goleada que de producirla. Anticiparon que buscaría mecanizar al equipo para atribuirse el éxito, si lo había. Entendieron que si no dejaba de anunciar una conspiración arbitral era porque no tenía mucha fe en las posibilidades del equipo. Y que, en caso de perder, lo achacaría a los arbitrajes.

Si por algo se distingue el técnico portugués es por su gran capacidad de persuasión. Mourinho ha convencido al club y a la plantilla de que su denuncia del arbitraje debe ser el mensaje oficial de la misma manera que ha inducido a los futbolistas y a parte de la afición a sentir que solo pueden competir contra el Barça si asumen su inferioridad, es decir, regalando el balón. Este posicionamiento va contra una historia centenaria. La vieja divisa madridista de resistirse a la derrota, ese Hasta el final, vamos Real que canta la gente en el campo, ha quedado desvirtuada por el derrotismo que promueve Mourinho. "Estamos eliminados", anunció, sin reparar en que quedan 90 minutos de partido en el Camp Nou y que no le faltarán jugadores para asaltar la portería de Valdés. Ningún equipo en Europa tiene la nómina de atacantes del Madrid. Ninguno en la historia ha invertido 500 millones de euros en fichajes en un periodo de cuatro años.

Además de admitir que la derrota era inevitable, Mourinho acusó a la UEFA de proteger al Barcelona y, por extensión, de corromper el torneo. "Me daría vergüenza ganar esta Champions porque no está limpia", declaró, tras quejarse del arbitraje de Wolfgang Stark. Lejos de provocar una reacción en su contra, en las últimas horas Mourinho ha verificado la adhesión de todos los sectores del madridismo. En el club nadie se atreve a contradecirle. Ayer, en las oficinas del Bernabéu se barajó la posibilidad de denunciar al Barça ante la UEFA por la presunta simulación de faltas de sus jugadores. La página oficial del club en Internet publicó un catálogo de los errores de Stark que perjudicaron al Madrid. Nunca mencionó las decisiones que afectaron al Barça, como el pisotón de Marcelo a Pedro en el área de Casillas.

La clasificación para las semifinales de la Champions propagó la noticia de que Mourinho continuaría el año que viene en el club. Después de meses de incertidumbre y declaraciones ambiguas por parte del técnico, los jugadores alcanzaron la plena convicción de que el hombre que gobierna el vestuario con mano de hierro seguirá siendo su jefe el año que viene: el ejecutivo plenipotenciario que decidirá altas, bajas, renovaciones, subidas y bajadas de sueldo y reparto de minutos de juego. Ante esta realidad, muy pocos se atreven a ponerle una mala cara. Muy pocos son capaces de no sobreactuar en el cumplimiento de una orden táctica, por desagradable que resulte. Casi nadie está dispuesto a decir lo que piensa. Solo Cristiano, que, por ser una estrella mundial, se siente más fuerte que el entrenador, hizo el miércoles una crítica al planteamiento conservador de su técnico: "No me gusta jugar así, pero es lo que hay".

Cristiano Ronaldo ha sido el primero en cuestionar al entrenador. Pero es un caso excepcional. La gran mayoría no están en posición de criticar al entrenador. Como dijo un empleado del club: "Mou nunca olvida".

Mourinho, tras abandonar el banquillo, después de ser expulsado por mofarse del árbitro, el miércoles, en el Bernabéu.
Mourinho, tras abandonar el banquillo, después de ser expulsado por mofarse del árbitro, el miércoles, en el Bernabéu.AFP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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