De lunas y otros temas
La fecha cambiante de la Semana Santa cristiana viene determinada por la luna, la semana siguiente a la luna llena posterior al equinoccio de primavera. De ahí que el sufrido turista y el devoto deseen todos los años, en marzo o en abril, según caiga, que haga buen tiempo. Acaso, si fuera una semana fija en el año, no siempre haría mal tiempo y se planificaría el ocio y la devoción mejor.
Y no solo eso, se evitaría, por ejemplo, trasladar una semana la conmemoración de Cervantes y el Día del Libro, como en este año. En este aspecto la celebración de Sant Jordi en Sábado Santo ha sido aleccionadora.
Por otra parte, el artículo 16.3 de nuestra Constitución establece, desde 1978, el principio de aconfesionalidad del Estado. El viernes 22, Viernes Santo para los cristianos, permaneció cerrado, como en años anteriores, el Museo del Prado. Y el jueves 21 no se autorizó en Madrid una manifestación a favor del laicismo.