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Reportaje:Diseño

Las lámparas huyen del techo

La tecnología led acerca las luminarias al arte contemporáneo

Anatxu Zabalbeascoa

Las lámparas están cansadas de colgar del techo. Y cuando lo hacen, prefieren pasar inadvertidas. Los ledes redibujan el mundo de las pantallas con ingenio y propuestas que, cada vez más, acercan el mundo de las luminarias al del arte contemporáneo. No en vano, Thierry Dreyfus presentó su lámpara Wall Rupture (Grieta), producida por la empresa italiana Flos, en la última feria Art Basel celebrada en Miami. Esa fuente de luz se empotra en un muro formando una gran fisura, plateada o dorada, de la que brota una sucesión de ledes. Cerca del territorio del arte que altera los espacios, la presencia de esa lámpara, aparentemente invisible, recuerda también la belleza de una falla o de una erupción volcánica.

También el español Ramón Esteve ha hecho trepar por la pared un ejército de luminarias de policarbonato, como si las nuevas lámparas fueran hojas de hiedra. Así, su modelo Origami, que produce la empresa española Vibia -una de las más audaces y potentes del último salón Euroluce de Milán-, conecta también el mundo de la iluminación con el de la naturaleza y el arte actual. La luminaria se presenta como una pieza de wall art (arte decorativo) capaz de trepar por un muro, interior o exterior, a partir de un único punto de conexión eléctrica. Con dos piezas de policarbonato, iluminadas cada una por un led, la lámpara puede formar infinidad de composiciones y recorridos sin necesidad de empotrar sus piezas.

Más allá de los modelos que buscan transformarse en objetos decorativos jugando con la composición espacial de las estancias, también las antiguas pantallas parecen dispuestas a abrazarse al cambio. O se desgranan, en una suma de lámparas, o tienden a desaparecer. El estudio Lievore, Altherr, Molina ha estilizado un clásico para reducir las antiguas pantallas a una superficie visualmente plana con su lámpara Skan (producida por Vibia). Leve y sin embargo voluminosa, coloreada pero casi invisible, esta luminaria básica demuestra lo que el estudio barcelonés se ha encargado de hacer en todas las empresas donde ha trabajado (de Arper a Andreu World): trabajar con los matices, estilizar, llegar al límite sin necesidad de traspasarlo.

En esa línea de reinventar las lámparas de techo y sobremesa, también el arquitecto Jean Nou-vel ha movido ficha. El francés ha ideado un telescopio equipado con ledes que, colgado del techo, puede estirarse hasta alcanzar 2,20 metros de longitud para ceñir su campo iluminado a poco más que el plato, o el libro, de una sola persona. Cuanto más alto, y recogido, más luminoso el ambiente. Cuanto más desplegado y bajo el foco, más puntual la iluminación. Si se cuelgan varias luminarias juntas, las lámparas del autor de la Torre Agbar de Barcelona pueden recordar las estalactitas de una cueva. Eso si cuelga, porque la lámpara Micro Telescopic, que produce la italiana Palluco, puede también anclarse al suelo. Entonces el juego luminoso se proyecta hacia arriba. Naturaleza, arte o técnica, el futuro de la iluminación se presenta como uno de los campos con más posibilidades de invención en el diseño industrial contemporáneo.

Arriba, modelo Origami, del español Ramón Esteve. Abajo, lámpara Wall Rupture, de Thierry Dreyfus.
Arriba, modelo Origami, del español Ramón Esteve. Abajo, lámpara Wall Rupture, de Thierry Dreyfus.

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