Los discursos de Aznar salen caros
No pierde oportunidad el ínclito Aznar en cuanto le ponen un micrófono delante para lucir sus dotes de oratoria en inglés y saber político, aunque tanta arrogancia no esconde su ignorancia de lo que un buen estadista debería poner en práctica, fundamentalmente cuando se encuentra fuera de su país.
Es incomprensible que alguien que en su momento tuvo toda la responsabilidad y el poder se permita, sin ningún rubor, dudar de la capacidad de respuesta de la economía española, a sabiendas de que su "puyita" nos va a costar un pico. Además, Aznar recibe todos los meses de ese erario público que tanto desprestigia una pensión vitalicia como expresidente del Gobierno, y tanto su nómina como el sobrecoste de la deuda que provocan sus palabras se pagan con los impuestos de todos los españoles.
En su discurso se trasluce una intencionalidad clara y en línea con los medios afines, que amplifican descaradamente todo lo que suponga desgaste para volver a retomar el poder, sin importar cómo, ni la factura que todos tengamos que pagar.
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