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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Demagogia popular

El PP ya tiene seleccionados a los culpables de la fuga de Troitiño: Rubalcaba y el juez del 11-M

Cuando el PP pone en marcha la máquina de decir disparates, no hay quien la pare. Ya Federico Trillo, responsable de ese partido para temas de Justicia e Interior, había ido bastante lejos al pedir una investigación del Consejo del Poder Judicial sobre la excarcelación del etarra Troitiño en unos términos de quien, siendo el interlocutor directo del ministro del Interior para asuntos de terrorismo, está perfectamente informado de la actitud del Gobierno al respecto. Pero el Viernes Santo apareció Mayor Oreja para hacer explícito lo que había permanecido como acusación indirecta: la de que detrás de esa excarcelación había una decisión política del Ejecutivo relacionada con una supuesta negociación con ETA.

Antes era implícita, a través de la invocación equívoca de Iñaki de Juana Chaos, cuyas huelgas de hambre durante las negociaciones de 2007 forzaron medidas muy polémicas del Gobierno para evitar su muerte voluntaria, y que, tras ser puesto en libertad, se fugó cuando volvió a ser procesado un año después. Mayor Oreja ha dicho ahora cosas como estas: que "nada o casi nada es casual cuando hay un proceso de negociación entre ETA y el Gobierno"; y que si el Gobierno no ha evitado la fuga de Troitiño es porque "está atrapado" en un proceso de negociación y ya "no puede dar marcha atrás".

El exministro del Interior de Aznar lleva más de un año procesando todo lo que ocurre a su alrededor como pruebas que confirman aquello en lo que cree intensamente; todo tiene que ver con lo que le obsesiona y no admite casualidades. Pero nunca ha presentado pruebas de lo que dice, aparte de su convicción y de recordar que tampoco las tenía de que la tregua de Lizarra era una trampa, pero acertó al calificarla como tal.

Sería un asunto personal si no fuera porque la dirección de su partido, que seguramente no tiene las mismas visiones, no solo no las desautoriza, sino que las utiliza como munición demagógica. El objetivo declarado de encontrar un culpable de la fuga, sea un juez o un ministro, ha llevado al PP a centrar el caso en la ausencia de vigilancia policial sobre Troitiño tras su excarcelación; Trillo ha dicho que no solo era posible mantenerle vigilado, sino incluso detenerle preventivamente, para garantizar su regreso a prisión si el recurso de la fiscalía, presentado un día después de la excarcelación, prosperaba. O sea: Rubalcaba.

El otro culpable seleccionado ha sido el presidente de la Sala de lo Penal, Gómez Bermúdez, ajeno a la excarcelación pero cuya decisión de atrasar hasta el lunes 25 el pleno que debía ver el recurso de la fiscalía pudo facilitar la fuga. La elección de este culpable resulta menos misteriosa si se recuerda que presidió el juicio del 11-M y no prestó credibilidad a las teorías conspirativas defendidas por los mismos que ahora han provocado con argumentos demagógicos una alarma social que luego han invocado para exigir responsabilidades a los por ellos designados culpables.

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