Javier Aguirresarobe / Director de fotografía
La caza (1966), de Carlos Saura, siempre ha sido y sigue siendo mi referente cuando intento definir el trabajo de un director de fotografía. Esta me ayudó a entender la importancia de la imagen en el cine hasta el punto que me empujó a abrirme camino entre los profesionales de esta especialidad cinematográfica. ¿Qué ocurre en La caza? En esa película se siente especialmente el calor y la violencia. Se intuye un desenlace dramático. Esto no ocurre solo por los diálogos o la interpretación de los actores, sino por la atmósfera que respira su imagen.
La presencia fotográfica en el cine se ha servido casi siempre de iconoclastas. Me viene a la memoria una de las primeras escenas de El Padrino I . Marlon Brando se encuentra en una habitación penumbrosa. En ella se respira conspiración y secretismo. Lo relevante es que la luz no llega a iluminar los ojos del actor. Esa soberbia secuencia, me cuenta que la atmósfera, el clima visual, es clave para que funcione la escena aunque ese ambiente esté en contradicción con una perfecta y convencional iluminación de su principal actor.
El director de fotografía disfruta de casi todo el proceso de creación de una película. El guion le sirve para imaginar las escenas. Las conversaciones con el director. Las decisiones sobre las localizaciones. La elección de la paleta de colores... La película se hace realmente en esta primera y larga etapa de preparación, aunque queda lo más importante, el rodaje. El momento en el que hay que llevar a la práctica lo imaginado, donde empieza otra aventura. Posiblemente lo más duro de esta profesión porque hay que luchar contra el tiempo. Como las imágenes van cobrando cuerpo y empieza a tener sentido aquello que imaginaste. Aquel sueño que ahora es celuloide.
Javier Aguirresarobe (Guipúzcoa, España, 1948)
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