La retaguardia

Narrativa. Primavera, 2004: a unos cien kilómetros al noroeste de Berlín, cuatro oficiales de la guardia personal del Führer emergen del búnker donde llevan encerrados desde el final de la guerra. Lo que podría quedarse en una ocurrencia ingeniosa va cobrando fuerza a medida que la historia avanza y se acaba convirtiendo en un agudo análisis de la sociedad alemana actual, especialmente de su relación con un pasado todavía muy presente. Gracias a su oficio como periodista de investigación, Hans Waal cimienta su primera novela sobre datos contrastables, descripciones rigurosas y anécdotas tan golosas como las conexiones de la Coca-Cola con el régimen nazi. Consciente de que para permanecer viva la Historia debe ser continuamente reescrita, el autor se arma de humor para ponerse a sacudir viejas alfombras que aún siguen escondiendo mucha verdad molesta en las antesalas del poder, tanto mediático como político e institucional. Sus personajes superan la caricatura y cobran relieve humano al ser enfocados simultáneamente desde tres voces narrativas, una acertada trinidad que encarna la esquizofrenia generacional provocada por décadas de culpa indigesta: un nazi octogenario tan refinado como estricto, una alto cargo menopáusica en plena crisis de fe política y un asistente de cámara espabilado que, con su argot y desparpajo juvenil, dota a las escenas cómicas de una gran plasticidad. Lástima que Waal sea víctima de sus virtudes y acabe ensamblando la trama con tanto afán de coherencia que las coincidencias terminan por resultar forzadas. Todo encaja bien, demasiado bien, a medida que se va perdiendo por los derroteros del thriller político y sacrifica la originalidad del planteamiento a cambio de un final prefabricado. Un mal menor, después de todo, ya que el gran logro de La retaguardia no es tanto la historia que cuenta, sino la brillantez con la que pone otra vez sobre el tapete cuestiones tan delicadas para Alemania como la memoria histórica, la obediencia debida, la hipocresía de la clase dirigente o la identidad nacional.