Spotify corta a la mitad las horas de música gratis
Mientras el servicio negocia con las discográficas, emerge Grooveshark
Waka waka más de cinco veces al mes, imposible. Al menos gratis y con Spotify. El servicio sueco de música sin descarga (vía streaming) reducirá en mayo el tiempo de escucha gratuita. En sus inicios, el servicio gratuito por invitación no tenía límites de consumo. Hace un año, dejó de exigir invitación pero limitó la gratuidad a 20 horas. A partir de mayo serán 10. Y para escuchar más de cinco veces un tema habrá que pagar entre 5 y 10 euros.
Spotify fue fundada por los suecos Daniel Ek y Lorentzon Martin en 2006. Cuenta con más de un millón de suscriptores de pago y, en total, 10 millones de abonados en Reino Unido, Francia, España, Suecia, Noruega y los Países Bajos. Su asignatura pendiente es Estados Unidos, donde negocia con las discográficas. La medida adoptada no parece ajena a las negociaciones. Hasta ahora, Spotify ha firmado con Sony y EMI y se acerca al acuerdo con Universal.
La plataforma que triunfa en América presume de 28 millones de usuarios
El dinero le llega a la web de la publicidad y de las suscripciones
Sin embargo, Spotify no va a estar solo en Estados Unidos. Allí la popularidad se la lleva Grooveshark, una plataforma web que permite escuchar gratuitamente unas siete millones de canciones (diez millones Spotify), sin obligación de registro. En 2006, sus creadores, Sam Tarantino, Andrés Barreto y Josh Greenberg, tres universitarios de Florida, pensaron que la industria musical tenía que cambiar. Dos años después lanzaron Grooveshark.
Tarantino asegura que tienen 28 millones de usuarios. El dinero les llega con la publicidad y las suscripciones. Existen dos modalidades: la primera, de 4,50 euros al mes, prescinde de los anuncios; la segunda, de 6,50 euros, incluye la descarga de la aplicación móvil para usar el servicio allá donde se desee y con el aparato que se quiera.
Su tercera vía de negocio son los ingresos por la venta de canciones que pueden escucharse en Grooveshark, cuyo catálogo se nutre de la música que los internautas colocan a disposición de terceros. Al igual que MySpace, el sitio de Florida también deja que los músicos suban su obra a su plataforma a fin de darse a conocer.
Grooveshark sobrevive en un país que aplica de manera contundente las leyes que afectan a los derechos de autor y la propiedad intelectual. Sus dueños se cubren las espaldas en estos temas cada vez que alguien se registra en la página.
Tener una cuenta en Grooveshark significa poder poner a disposición de otros la música que a uno le gusta. Sea la que sea. Si el artista o su discográfica no tienen un acuerdo de distribución con Grooveshark, a los tres creadores no les importa. En las condiciones legales que casi todos aceptan a ciegas, alertan de que, ante cualquier posible delito, la culpa será de quien puso el material en la Red, y no del intermediador.
A pesar de la letra pequeña, hasta ahora no ha habido ningún proceso legal contra los usuarios, aunque Grooveshark se ha visto obligada a retirar contenidos de su base de datos en varias ocasiones.
Las tiendas de aplicaciones para teléfonos inteligentes sí que han vetado la de Grooveshark. Apple decidió el año pasado eliminar esta aplicación de su AppStore. Después de una demanda presentada por parte de Universal Music Group en Reino Unido, que alegaba la violación de los derechos de autor por parte de Grooveshark, la aplicación desapareció finalmente del mapa.
Los dueños de Google han seguido los mismos pasos. Hace escasos días que la plataforma Grooveshark tampoco está en el Android Market. En este caso, se desconocen las causas que han llevado a eliminarla de la tienda de aplicaciones de Android. Aunque sospechas haylas.
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