Las prisas del juez presagian el anticipo de este proceso al del franquismo
La apertura de juicio oral por el juez Alberto Jorge Barreiro se ha hecho con las mismas prisas con que en mayo de 2010 se abrió a Baltasar Garzón el primer juicio por su investigación del franquismo, en una maratoniana jornada en la que el juez Luciano Varela dictó siete resoluciones seguidas en una misma mañana. Barreiro solo dictó ayer un auto previo al de apertura, en el que le deniega a Garzón la enésima prueba solicitada por su defensa: la incorporación a la causa de la decisión del Tribunal Superior de Madrid de volver a imputar a dos letrados en la trama Gürtel.
Fuentes jurídicas pusieron en tela de juicio el supuesto garantismo de Barreiro, quien ni siquiera ha esperado a que la Sala Penal resuelva dos o tres recursos de apelación contra la denegación de pruebas, y contra la transformación en procedimiento abreviado, que están pendientes. Ese último recurso, de estimarse, daría al traste con buena parte de lo instruido por Barreiro. Por eso, sin el plácet siquiera tácito de la Sala, no se entienden bien las prisas del instructor en un procedimiento que dura año y medio y que Barreiro mantuvo inactivo los primeros meses.
Recusación
A menos que, como se ha venido apuntando, se trate de celebrar antes el juicio por las escuchas de Gürtel que el del franquismo. Este último permanece paralizado desde el 16 de diciembre, en que Garzón recusó a cinco de los siete magistrados que deben juzgarle, incluidos el presidente de la Sala Penal, Juan Saavedra y el ponente, Adolfo Prego. Cuatro meses después, la Sala del 61 no ha sido capaz de pronunciarse aún sobre esas recusaciones, que han generado tensión entre los magistrados de esa Sala Especial, y que parecen haber quedado aparcadas hasta que se resuelva lo relacionado con Sortu, Bildu y demás asuntos ligados a las elecciones en el País Vasco.
De ser así, se llegaría a mediados de mayo sin resolver las recusaciones, coincidiendo con el aniversario de la apertura del primer juicio oral a Garzón. Entretanto, la Sala puede tener resueltos los recursos pendientes por las escuchas de Gürtel y, aplicando la misma doctrina con la que resuelva las recusaciones, juzgarle antes por las escuchas que por el franquismo. Si en el caso de las escuchas hay condena, algo que el propio Garzón ya ha pronosticado, el Supremo se libraría de juzgarle por el franquismo, que remitiría a un tribunal inferior. Y se libraría del impacto social y mediático de poder ser condenado por la investigación de la memoria histórica.
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