La explosión de Soldado
El punta del Valencia transforma en goles su enfado por no jugar ante el Schalke
Autoexigente y fanático del gol, Roberto Soldado (Valencia, 1985) "se comió mucho la cabeza", según sus allegados. No entendía cómo llevaba tan pocas dianas en tanta Liga: seis en 29 jornadas. La impotencia se transformó en rabia cuando Unai Emery lo relegó al banquillo el día en que el Valencia cayó en Alemania ante el Schalke en la Champions. Él, uno de los máximos artilleros del torneo, con seis goles, se creía con derecho a la titularidad, pero solo jugó los últimos minutos. La caldera interior crepitó cuando, de vuelta a la Liga, erró media docena de ocasiones ante Varas, del Sevilla, en Mestalla (0-1). La ansiedad se había apoderado de él. Llegó a Getafe envuelto en una fuerte carga emocional: se enfrentaba a su exequipo y acababa de fallecer el padre de su compañero Guaita. Todo eso propició que, al marcar el primer gol de una serie de cuatro, se olvidara de dedicárselo a Guaita, en contra de lo acordado. Le dedicó el segundo, mostrando una camiseta suya, y reprimió la celebración en cada tanto por respeto a sus excompañeros y exentrenador, Míchel. Y el domingo, frente al Villarreal, completó la exhibición con otros dos goles, con los que suma ya 12 en la Liga. Ha logrado en dos jornadas los mismos que en las 29 anteriores.
La comparación con Villa le ha acompañado desde que llegó a Mestalla
Soldado es un talento en el desmarque y la definición, coinciden los técnicos. En los primeros 25 minutos ante el Villarreal tiró tres desmarques que lo dejaron solo frente a López. Pero no es suficiente. "Queríamos que fuera más completo", explica Juan Carlos Carcedo, el segundo de Emery; "le pedimos que aguantara el balón como Aduriz, que se ofreciera, que presionara más, que no se quedara en el lado contrario a la jugada... Le echábamos en falta". De hecho, Emery no estuvo satisfecho con su trabajo durante gran parte del campeonato, de ahí que se alternara con Aduriz, no tan bueno en la definición, pero más apreciado en el juego colectivo.
Los números desmienten la impresión de que Soldado haya participado poco. Con 2.000 minutos, es el tercero que más ha jugado, tras Ricardo Costa y Mata. Eso sí, no pudo sentirse titular indiscutible como en Osasuna y el Getafe. También le ha favorecido, cómo no, ejercer de único punta y ser abastecido por dos volantes en estado de gracia: Mata y Pablo.
La comparación con Villa le acompaña desde que llegó a Mestalla. Cuando vendió al delantero asturiano al Barça, el Valencia pagó 10 millones al Getafe para que Soldado ocupara ese vacío. Alguien que ha sufrido y disfrutado a ambos, en los entrenamientos y los partidos, el central Dealbert, los coteja así: "David tiene salida tanto por la derecha como por la izquierda; Roberto sale agresivo por la derecha, quizá con algo más de potencia. Es rápido en las distancias cortas". En efecto, de los 12 tantos en la Liga, Soldado ha marcado 10 con la pierna derecha y solo dos con la izquierda. En su primera campaña en Mestalla, Villa anotó 27 tantos, 25 en la Liga y dos en la Copa. A falta de siete jornadas, Soldado lleva 19 (12 en la Liga, seis en la Champions y uno en la Copa). "Villa remataba desde cualquier lado. En eso era más egoísta. En el desmarque y la definición son parecidos", concluye Carcedo.
Criado en la cantera del Madrid, al que llegó a los 14 años procedente del colegio Don Bosco, de Valencia, Soldado fue dos veces internacional con la España de Luis Aragonés, con la que debutó en 2007 en Riga ante Letonia. Fuera del campo, es una persona "muy cariñosa", tan pausado al hablar que a veces resulta inaudible, un tranquilo padre de familia, dicen sus amigos. Dentro, en cambio, surge un depredador tan maniático que, a partir de ahora, repetirá las rutinas con las que, frente al Getafe, explotó su veta goleadora.
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