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El desempleo, riesgo sistémico

Un proyecto progresista de salida de la crisis es posible y debería preocuparnos más que la candidatura socialista en 2012.

El primer paso para restablecer la confianza de los ciudadanos en la política y en los políticos es hacer propuestas que respondan a los problemas reales de la gente, empezando por hacer frente a la crisis con determinación.

La crisis actual plantea desafíos enormemente complejos y no existen soluciones fáciles. Frente a esta dificultad se impone un esfuerzo de creatividad política para no resignarse al estado actual de cosas y concebir las políticas que nos garanticen un futuro más fuerte y más cohesionado después de la crisis. Un esfuerzo intelectual seguido de un debate ciudadano a fondo con el fin de transformar las ideas en un programa articulado de acción política y, a la vez, forjar un consenso amplio que sirva de cimiento para el esfuerzo colectivo con espíritu de superación al que estaremos necesariamente convocados para salir de la crisis.

Sería conveniente celebrar una conferencia política que fijara las bases del programa electoral del PSOE
En 'ganar2012.es' explicamos cómo crear 500.000 empleos al año durante tres años

Este es un ejercicio ineludible, sea cual sea el candidato socialista en 2012. Dada la profundidad de la crisis, el programa electoral no puede ser un puro trámite, sino que requiere reflexión, preparación y debate. Por ello sería conveniente celebrar lo antes posible una conferencia política que fijara las bases de dicho programa y dejara tiempo suficiente para diseñar minuciosamente las medidas a ejecutar desde el primer día de la nueva legislatura.

La reflexión se articularía en dos planos. El primero atiende a la urgencia de superar la crisis, creando una dinámica virtuosa de creación de empleo, de oportunidades de formación, de inversión en un nuevo modelo productivo y de equilibrio presupuestario. El segundo plano consistiría en encender las luces largas y configurar, por la vía de la deliberación ciudadana, el marco para un desarrollo humano basado en la justicia social, la libertad, el respeto a nuestro planeta y donde la riqueza de las relaciones humanas sea un valor superior al individualismo consumista.

La estrategia para vencer la crisis debería apoyarse en tres ejes: acelerar la creación de empleo, invertir ya en el futuro (educación, innovación, sostenibilidad) y restaurar la confianza de los ciudadanos en la política y en los políticos. Desarrollamos aquí, a modo ilustrativo, el primer eje con el afán de demostrar que es posible superar el fatalismo y encontrar vías de salida progresista de la crisis.

Partimos del postulado de que cuando un país sufre un paro superior al 20% y casi uno de cada dos jóvenes no tiene empleo ni perspectivas cercanas de encontrarlo, estamos hablando de un riesgo sistémico que pone en peligro las bases del bienestar de dicho país e hipoteca su capacidad futura de progreso. Y del mismo modo que cuando el sector financiero corrió un riesgo sistémico no se escatimaron recursos para combatirlo, hay que colocar ahora la creación de empleo en lo más alto de las prioridades políticas.

La dificultad es que, en la secuencia habitual de salida de una crisis, la contratación ocurre al final del proceso, una vez que las exportaciones, la inversión y el consumo, por este orden, se han enderezado, lo cual puede llevar años. La última vez que la tasa de paro en España se situó en el 20% fue en 1997, y no descendió por debajo del 10% hasta 2005, ocho años que coincidieron con el boom de la construcción, en los que el endeudamiento de las familias y las empresas era mucho menor al actual, los presupuestos públicos no eran restrictivos, la población creció en más de cuatro millones gracias a la inmigración y el sector financiero gozaba de buena salud. Ninguna de estas circunstancias se da ahora.

La meta es invertir dicha secuencia adelantando la contratación laboral en el tiempo y haciendo que sirva de motor para acelerar la salida de la crisis. En las circunstancias actuales, puede ser racional desde la perspectiva individual de un empresario esperar a que la recuperación se confirme antes de contratar personal. Sin embargo, el resultado agregado de estas decisiones individuales racionales es una situación irracional donde la recuperación se hace más difícil y, mientras llega, puede abocar a la desaparición a muchas empresas. Así, el empresario que esperaba salvar su empresa retrasando la contratación a un momento más propicio contribuye a su propia perdición. Algunos pensarán que esta dinámica forma parte de la destrucción creativa del capitalismo y que no hay que alterar su curso. Otros pensamos que se trata de un desperdicio innecesario de recursos acompañado de dramas personales y familiares que no podemos ignorar. Es más, estamos convencidos de que la solidaridad y la cohesión social en los momentos difíciles producen resultados económicos a medio y largo plazo mucho más rentables.

La clave está en articular mecanismos colaborativos entre Estado y empresas para acelerar la creación de empleo y en encontrar el modo de financiarlos. Esto es lo que hizo Roosevelt en 1933, aplicado a la fijación de precios en vez de a la creación de empleo, para detener la espiral deflacionista. En ganar2012.es explicamos cómo crear, siguiendo el ejemplo de otros países europeos, 500.000 empleos al año durante tres años, estableciendo un programa de rotación-sustitución por el que un trabajador, de común acuerdo con su empresa, dispondría de un periodo de reciclaje o formación recibiendo el mismo sueldo por parte de la empresa, mientras el Estado financia la contratación de un sustituto. Al final del periodo sabático, el trabajador vuelve a su puesto y la empresa mantiene a su cargo al sustituto si se dan determinadas circunstancias objetivas de mejora de los resultados. Igualmente, 300.000 puestos de trabajo anuales suplementarios se pueden crear ofreciendo proyectos formativos en empresas a trabajadores de baja cualificación. El Estado sufragaría el primer año el 80% del sueldo del trabajador, y al cabo del año la empresa lo contrataría definitivamente si, de nuevo, se dan las circunstancias objetivas de mejora de resultados. Estas medidas, junto a otras destinadas a estimular la inversión y la demanda de manera equilibrada, conllevarían la mejora de las expectativas de las empresas necesaria para perennizar la contratación iniciada según uno de estos mecanismos. Estaríamos así adelantando en el tiempo decisiones que en circunstancias favorables terminarían ocurriendo. Para que sucedan, el Estado debe desempeñar un papel proactivo ante las empresas y de orientación eficaz de los desempleados.

La batería de propuestas incluye igualmente ciclos de tres años de formación profesional remunerada para 200.000 jóvenes al año, formaciones remuneradas de idiomas de seis meses para 400.000 personas al año, la creación de 100.000 autoempleos a través de cooperativas de autónomos o la puesta en marcha de políticas activas de empleo, incluidos los mecanismos antes mencionados, con medios suficientes, es decir, contratando a 50.000 nuevos agentes en los servicios públicos de empleo. La demanda se vería apoyada por esta creación de empleo, por la restauración del sueldo de los funcionarios, el incremento de las pensiones o la limitación durante tres años de la deuda de las familias al 35% de sus ingresos y sin sobrecoste. También se incluyen propuestas para la restauración del crédito a las empresas que no podemos detallar aquí.

Este conjunto de medidas tiene un coste cercano a los 25.000 millones de euros, que se financian principalmente con una mayor lucha contra el fraude fiscal, un esfuerzo fiscal de las rentas más altas, un ahorro en prestaciones por desempleo, una tasa sobre las remuneraciones excesivas y una mayor eficiencia de las administraciones públicas.

El segundo eje de la estrategia, la inversión desde ya en el futuro, y el tercero, el restablecimiento de la confianza en la política y en los políticos, sin la cual difícilmente podrán estos exigir los sacrificios necesarios, comprenden propuestas concebidas con el mismo grado de ambición y audacia. La dificultad para poner en práctica este programa de acción no es de índole política o económica. Una gestión rigurosa permite llevarlo a cabo sin cuestionar la vuelta al equilibrio presupuestario. El verdadero desafío reside en la eficacia administrativa necesaria para desplegar con éxito un programa de estas características. Razón de más para celebrar la conferencia política que lo apruebe cuanto antes e iniciar su planificación rigurosa.

Buscamos debatir e intercambiar ideas con todos los ciudadanos que desean una salida progresista de la crisis. Solo la fuerza de los ciudadanos puede impulsar cambios tan profundos y provocar la reacción de la clase política para conducirlos con determinación y vocación de servicio.

Antonio Quero es secretario de Economía del PSOE Europa.

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