80 empresas culturales se dan cita en Bilbao para conocer las ayudas de las que disponen

Representantes de 80 empresas culturales de Euskadi se dieron cita ayer en una abarrotada sede del Gobierno vasco en Bilbao para conocer de primera mano los distintos modelos de ayudas existentes para el sector, que cuenta con 6.000 compañías en Euskadi que emplean a alrededor de 20.000 personas.

Con este fin, el Departamento de Cultura y la sociedad para la transformación competitiva SPRI organizaron unas jornadas que se desarrollaron mediante cuatro talleres que tuvieron por tema torno a las Tecnologías de la Información y la Comunicación, la innovación, las fuentes de financiación y la internacionalización.

El director de SPRI, Tomás Orbea, que presentó las jornadas junto a la consejera de Cultura, Blanca Urgell, recordó a los asistentes que esta sociedad no sólo financia a compañías industriales, sino que también a las empresas culturales, dado que "el mundo del comercio y los servicios culturales juegan un papel cada vez más relevante".

De su lado, Urgell resaltó que por el tamaño reducido de las empresas culturales éstas no siempre son reconocidas por las lógicas industriales tradicionales, cuando su función es "crucial" para el descubrimiento de nuevos talentos, el desarrollo de tendencias novedosas o el diseño de nuevas estéticas.

En esta línea, la responsable de Cultura indicó que el Libro Verde de las Industrias Culturales de la Unión Europea, realizado en 2010, resalta el potencial de la industria cultural, un sector que contribuye en un 2,6% al PIB de la UE y emplea a más de cinco millones de personas. "Refuerza el atractivo de las regiones y de las ciudades", abundó Urgell.

Sin embargo, la consejera señaló que el citado libro también muestra que las empresas culturales deben sufragar el coste de la transición al entorno digital o invertir en nuevos modelos empresariales sin la seguridad de que vayan a obtener beneficios. "Hay que escuchar a todos y abrir nuevas líneas de trabajo. Tenemos intereses mutuos", concluyó Urgell.