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Columna
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Grandes fracasos

El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, dijo una vez que, en términos económicos, los grandes proyectos y los grandes eventos son "las fábricas del siglo XXI al servicio de una industria estratégica que es el turismo". Al año siguiente, en otro discurso pronunciado en el marco incomparable del pabellón valenciano en Fitur, que le montaba cada temporada la trama Gürtel, el jefe del Consell defendió con vehemencia los grandes eventos como la "locomotora de enganche" de la economía y elogió su "efecto multiplicador". Era la apoteosis de una ideología turística de la que no se ha desprendido el PP valenciano ni se desprenderá porque con ella ha construido, a caballo de la bonanza económica, sus avasalladoras hegemonías electorales.

Y eso que el reflujo estrepitoso de aquella ola de prosperidad ha reducido el entusiasta programa a un paisaje catastrófico, salpicado de artefactos rotos y de fracasos. Solo hay que ver en qué ha quedado Terra Mítica, el mascarón de proa del ocio convertido en emblema de una ideología destinada a compensar mil traumas y mil complejos colectivos. A punto de ser vendido a una empresa privada de parques acuáticos que ya lo gestiona, el complejo temático de Benidorm ha devorado sus grandes pretensiones fundacionales mientras quemaba millones y millones de euros de todos los valencianos. Y, de paso, ha dejado abierta en los tribunales una investigación sobre facturas falsas y corrupciones. Porque ese es otro asunto en absoluto ajeno al discurso central, tan prepotente, que ha justificado la borrachera de los eventos y los proyectos. Véase lo que ahora empieza a saberse de los faraónicos sobrecostes de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y de las singulares condiciones contractuales de su arquitecto célebre. La verdad es que Santiago Calatrava no ha tenido clemencia con su ciudad.

En fin, ¿para qué hablar? Visto lo que se cuece en la Ciudad de la Luz y lo que se avecina en el Gran Premio de Fórmula 1, que debía propiciar un negocio privado sin costarnos un euro y está ahora seriamente puesto en cuestión por lo oneroso que resulta a unas arcas públicas completamente exhaustas, uno siente una cierta melancolía por aquella Copa del América que tanto lustre irradió antes de zarpar hacia otras latitudes sin billete de vuelta. Decía ayer la portavoz del Consell, Paula Sánchez de León, que, aunque estemos en crisis y haya que recortar hasta un 25% los cargos de confianza, la economía valenciana "dispone de bases sólidas para seguir siendo motor de crecimiento económico". Según ella, los Gobiernos del PP han conseguido que la gente viva bien. "Hemos sido pioneros en muchas cosas", añadió sin poder disimular una cierta nostalgia. Tengan cuidado: el programa del PP consiste en la reincidencia.

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