Por fin, a la final a cuatro
El Madrid elimina al Valencia y disputará 15 años después el título
Una eternidad después, el Madrid vuelve a una final a cuatro de la Euroliga. Como no podía ser de otra forma, lo hizo con un ejercicio de sufrimiento que no terminó hasta el último minuto, exigido por la resistencia del Valencia y lastrado por la ansiedad que le ha provocado esta esquiva competición.
No es el mejor Madrid que ha habido durante esta enorme sequía, pero hizo lo que no lograron los anteriores: aprovechar su oportunidad. Tremendo mérito que ya no se lo podrá quitar nadie, más si cabe ante la montaña rusa que ha vivido esta temporada, con la espantada de Ettore Messina a mitad de curso y su difícilmente explicable ciclotimia. Eso sí, siempre guardaron lo mejor para esta competición, auténtico fetiche del Madrid.
REAL MADRID 66 - P. E. VALENCIA 58
Real Madrid: Prigioni (6), Llull (9), Suárez (12), Reyes (7) y Tomic (9) -cinco inicial-; Mirotic (7), Fischer (4) y Tucker (12).
Power Electronics Valencia: Cook (0), Martínez (16), Pietrus (0), Savanovic (19) y Javtokas (3) -cinco inicial-; Richardson (6), Lishchuck (6), Navarro (2) y De Colo (6).
Árbitros: Drabikovsy (Ucrania), Pukl (Eslovenia) y Sahin (Italia). Expulsados: De Colo.
Quinto partido de los cuartos de final de la Euroliga, disputado en la Caja Mágica de Madrid ante 12.093 espectadores.
4º CUARTO 8-7
3º CUARTO 18-9
2º CUARTO 29-25
1º CUARTO 11-17
Llegados a un quinto partido y con tan suculento premio en juego, la respuesta emocional resulta tan importante como la de las piernas. En este aspecto, el Madrid parecía a priori más exigido. Por cuestiones históricas, objetivos previos y jugando en casa, la mochila madridista se presentaba más cargada y la puesta en marcha del partido confirmó esta teoría.
Mientras el Valencia resultó reconocible desde el salto inicial, al Madrid le podían sus nervios. Los valencianistas tenían cuajo para moverse con coherencia en un ambiente muy cargado, a lo que ayudó mucho Savanovic, primer jugador que cogió el partido por los cuernos. El jugador serbio es un tesoro. Se mueve por todo el campo con gran inteligencia, sabe elegir dependiendo de las circunstancias y tiene una muñeca muy precisa. Se merendó a Reyes hasta el punto de que Emanuele Molin, el entrenador madridista, tuvo que cambiarlo por Mirotic para frenar su demoledor arranque (2-11, minuto 5, con nueve puntos de Savanovic).
No cambió mucho el panorama, pues el problema, personificado en ese duelo, iba mucho más allá. Nervioso, desubicado, el Madrid no terminaba de encontrar su ritmo. El Valencia, en cambio, casi siempre a partir de su juego de bloqueos entre bases y hombres altos en la cabecera de la zona, encontraba soluciones para confirmar su inicial ascendencia. Un triple de De Colo sumado a una canasta del forzudo Lishchuk colocó al Madrid en una posición que le hizo reflexionar (13-23, minuto 2 del segundo cuarto).
A pesar de que para las características de su plantilla no parece lo más recomendable, el Madrid tiene querencia por un juego demasiado masticado, al gusto de su base titular, Prigioni.
A ese ritmo, la final a cuatro se le estaba poniendo cuesta arriba, por lo que decidió convertir el juego en algo mucho más anárquico que lo que suelen pedir los entrenadores. Nadie mejor que Tucker para representar este estilo, que, si bien no puede ser base de actuación, sí que para el Madrid es un buen recurso.
El partido perdió academicismo y los blancos se sintieron por primera vez cómodos. Las canastas comenzaron a llegar con mayor frecuencia y rompieron a sudar jugadores que parecía helados. No se descompuso el Valencia, pero su baloncesto comenzó a ir a remolque y mostrar debilidades, como el rebote defensivo, (Reyes causó estragos) uno de los talones de Aquiles valenciano en esta serie. Con un fulgurante inicio en el tercer cuarto, el Madrid tomó el mando (52-46, minuto 5). Sin excesivas reglas, con más corazón que cabeza, pero logrando lo que buscaba. Incluso más, pues Javtokas se iba al banquillo con cuatro faltas con un mundo por jugar.
Savanovic intentó recomponer a su equipo, lastrado por la mala versión de Cook y De Colo o la poca influencia de sus pívots, pero el partido había cogido una dinámica que dejó al Madrid a las puertas del éxito (60-51 a falta de ocho minutos). Entonces se apagaron las luces de la Caja Mágica. Ambos equipos se colapsaron. El Madrid no podía rematar y el Valencia no lograba ponerse a tiro. En el tiempo restante, el parcial fue de 6-7 para el conjunto valenciano. Esta vez, compartir miserias no le importó nada al Madrid.
Quince años de intrascendencia europea terminaron por fin para el Madrid. El alivio deportivo e institucional debe suponer un reactivo para una sección y un equipo demasiado dubitativo hasta ahora. Hay base para hacer un gran equipo. Por lo pronto, lo que han logrado merece un voto de confianza.
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