Las cosas de Alves
El lateral, tan generoso en el esfuerzo como vehemente, firma una brillante actuación
Dani Alves es el típico futbolista que resulta mucho más recomendable tener de tu lado que como rival, por descontrolado que sea su juego, que lo es, y por muy difícil que resulte cortarle las alas y atarlo junto a los laterales. Ayer, una vez más, mostró su grandeza y sus vergüenzas con idéntica facilidad: le vio demasiado el número al brasileño Willian, que tanto le exigió, y al mismo tiempo marcó el segundo gol del Barcelona, que le fichó hace tres años y le acaba de renovar el contrato en un pulso que ganó Andoni Zubizarreta porque Alves quería cobrar como si fuera un delantero campeón del mundo y ha terminado por aceptar el reconocimiento económico propio de un defensa tremendamente, eso sí, especial.
"Tiene sus cosas", reconoció un día Pep Guardiola después de uno de esos partidos en que Alves les sacó de quicio tanto a él como a Piqué. "Es único", dijo otra vez Zubizarreta, consciente de que, cuando se habla del bahiano, un tipo que suele ir a su bola, un futbolista más habituado a jugar por instinto que por concepto. "Para mí, es el mejor lateral del mundo y lo ha vuelto a demostrar", reiteró ayer Xavi, que sigue sin ocultar la indisimulada devoción que siente por el brasileño, tan generoso en el esfuerzo como vehemente cada vez que recibe un golpe.
Un futbolista capaz de leer un pase como el que ayer le soltó Iniesta, sublimando el alma de extremo que lleva dentro, a menudo, se muestra inconsciente a la hora de escoger los momentos en los que dar un paso adelante, complicándole la vida en exceso a Busquets y Piqué, sus generosos guardaespaldas. Pero el caso es que Alves llena como nadie su banda, de arriba abajo, derrochando facultades un día tras otro.
"No marcamos los delanteros, pero marcan otros y de eso se trata", admitió Messi la víspera del partido, cuando se le recordó la sequía por la que atraviesan los puntas del Barcelona. Visionario, ayer todos los goles (Iniesta, Alves, Piqué, Keita y Xavi) los firmaron defensas y centrocampistas porque los delanteros se mostraron generosos como siempre en el pase y fallones en la definición como viene siendo demasiado habitual en los últimos partidos. Entre los que acertaron, el brasileño, que firmó su segundo gol en la Liga de Campeones desde que viste de azulgrana. Van 41 partidos. Y los dos los ha celebrado este curso, el primero contra el Panathinaikos y el otro anoche.
Las cosas que tiene Alves alcanzan para considerarle un cabeza de chorlito cuando se equivoca al subir y tarda en bajar, cuando se sale de su zona sin que sea necesario al tapar o se embarca en excursiones injustificables. Y otra muy distinta es ignorar que este equipo no sería el mismo de no contar con un futbolista como él. Lo cierto es que tampoco Alves sería quien es y ni mucho menos se sabría tan valorado por la afición de no ser porque Guardiola se estruja el cráneo para organizar los ataques ofreciéndole pasillos para su llegada y se deja el alma convenciendo a los defensas de que vale la pena sacrificarse por el brasileño, por un tipo que en el minuto 87 es capaz de pisar por enésima vez durante el partido el área rival, levantar la cabeza y asistir a Xavi para cerrar otra vez la manita. Es decir, una de esas cosas tan propias de Alves.
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