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Elecciones municipales y autonómicas
Columna
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Yo espié para Aguirre

Yo espié para Esperanza Aguirre, así se titulan las memorias de Vicente Martínez Sobradillo, agente secreto, licenciado por la Escuela Superior Técnica de Espionaje (ESTE) que circulan estos días por las editoriales españolas. En su relato autobiográfico, Sobradillo revela los detalles de las operaciones especiales en las que participó con los gamones, los hombres de Sergio Gamón, intrépidos ases del recontraespionaje a los que la Comunidad de Madrid encargó los seguimientos del consejero Prada y del vicealcalde Cobo.

Las operaciones Prada a tope y Cobi marcaron un antes y un después en los anales del espionaje español e hicieron famosos por un tiempo a los integrantes del equipo: "Aunque aparecer en los periódicos siempre resulta gratificante porque ves que, por una vez, se reconoce tu oscura labor, la fama siempre es contraproducente para un agente secreto. Desde que aparecí señalado en los medios como el superagente Vicente no me han vuelto a encargar misión alguna porque estoy quemado y además, cuando llego al bar, veo que los parroquianos bajan el volumen de sus conversaciones y ocultan sus rostros detrás de los periódicos". Esta es una de las amargas reflexiones que figuran en las páginas del libro de este exagente en paro que durante varios meses se convirtió en la sombra de los dos políticos populares espiados por encargo de sus correligionarios.

Las operaciones 'Prada a tope' y 'Cobi' marcaron un antes y un después en el espionaje español

"Cuando le dije a mi mujer que me mandaban espiar a Prada se puso muy contenta e insistió en acompañarme a ver escaparates, porque pensaba que se trataba del diseñador de moda y que lo mío era espionaje industrial", confiesa Vicente, que exculpa totalmente a su cónyuge Renunciación Mendicutre, implicada en un primer momento y exculpada más tarde en el proceso judicial que se sigue contra los espías comunitarios: "Los espías nunca nos llevamos trabajo a casa, pero Nunci de vez en cuando venía a verme a los seguimientos para traerme un bocadillo; es muy duro tener que estar de plantón varias horas a las puertas de un restaurante de lujo mientras tu objetivo se pone morado, y en la Comunidad se negaban a pagarnos las cuentas de los sitios a los que acudían nuestros espiados".

Entre los múltiples detalles revelados en sus memorias, Sobradillo aclara el misterio de algunas anotaciones en clave que aparecen en su famoso cuaderno negro y que llamaron la atención de los jueces: "Las referencias 2KPT y MKTP que figuran en mi agenda se corresponden con dos kilos de patatas y medio kilo de ternera picada, lo apunté porque mi mujer me dijo que si me daba tiempo pasara por el supermercado cuando terminara el seguimiento". Anécdotas como esta salpican el relato del superagente Vicente, cuyo prólogo correrá a cargo del escritor, filósofo y atleta sexual Fernando Sánchez Dragó, que se ha mostrado encantado con el encargo: "Yo de espionaje y contraespionaje sé mucho, aunque el secreto profesional me obligue a mantener la discreción, y sé mucho porque hace muchos años colaboré con los servicios de inteligencia tailandeses para desmantelar una red internacional de proxenetas, pero tuve que dejarlo porque ya era muy conocido en Bangkok y mi foto salía a menudo en los periódicos y en la televisión". Para Dragó el libro de Sobradillo exculpa de toda responsabilidad en los casos de espionaje a la presidenta Esperanza Aguirre, a la que el exagente cita en la página 220 con estas palabras: "Al principio creí que ella estaba al tanto de todo, porque cuando nos veíamos en público siempre me guiñaba el ojo, pero luego me explicaron que era un tic nervioso". El que sí aparece como posible responsable de la trama de espionaje es el consejero de Justicia de la Comunidad, Francisco Granados, al que Sergio Gamón llamaba en sus reuniones de trabajo "El consejero justiciero".

Interrogada sobre la publicación del libro, Esperanza Aguirre dijo no tener noticia alguna: "Ni del libro ni de la supuesta trama de espionaje en la Comunidad", y aseguró que el juicio que se está celebrando estos días "es un montaje de los servicios de contrainteligencia de La Moncloa que no prosperará". Horas después de estas declaraciones, el viceportavoz interino de la Comunidad de Madrid, Ignacio Andavete, declaraba al canal digital TBO 7 que, además de que la juez del caso es hermana de la exdiputada comunista y exmilitante socialista Cristina Almeida, se ha sabido que una prima hermana del fiscal tiene un cuñado que en las pasadas elecciones fue candidato por las listas del PSOE en Valdeleches del Pichuérniga y que un sobrino del secretario del juzgado salió unos meses con la hija de un exministro socialista.

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Demasiadas casualidades, según Andavete, que ha exigido que el título completo del libro del superagente Vicente sea Yo espié para Esperanza Aguirre, pero ella no lo sabía.

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