Bajo un techo de canción
Pop y arquitectura se abrazan gracias a un estudio musical efímero de cartón
Durante la pasada década, la música ha sido objeto más que nunca antes de aproximaciones, más o menos bienintencionadas, por parte de otras artes y de las industrias que las gestionan. Moda y rock ya son indisociables. Del mismo modo, pop y consumo son ya prácticamente lo mismo. Los cocineros son las nuevas estrellas del rock, al igual que los futbolistas y, claro, los arquitectos. Pero, mientras las grandes firmas de moda hace tiempo que entendieron que en la música podían adquirir rápidamente y a bajo coste cierto pedigrí, adosándose a la vertiente más mítica del pop, y la gastronomía acaba de comprender que aplicar la lógica del rock va a ser vital para mantener la entropía creada, la arquitectura ha sido más recelosa con respecto al hecho pop, acaso un producto demasiado gaseoso para algo tan sólido como el arte de la creación de espacios para la eternidad. Pop y arquitectura han sido dos universos destinados a entenderse, pero que esperaban que alguien los presentase para poder compartir cama de forma civilizada.
Durante un fin de semana se encerraron en la 'casa' a grabar
Hasta que llegó David Tapias, arquitecto director del estudio Aixopluc, que ha expuesto en la Bienal de Venecia y fue ganador en dos ocasiones (2005 y 2007) de la Bienal Alejandro de la Sota. Pensó en ubicar un estudio musical efímero en una casa antigua en el municipio de Porrera (Tarragona). Utilizando materiales como el cartón y la madera iba a crear un espacio momentáneo dentro de otro casi eterno, y durante un fin de semana iba a juntar a tres músicos amigos para que grabaran una canción. "El objetivo no era la culminación de la canción, sino documentar en un entorno perecedero la primera toma de contacto de unos artistas con un boceto musical. Esta convivencia era lo que nos interesaba retratar", apunta el equipo creador de The Campboards, nombre con el que se bautizó la banda formada por Álex Torío, Miquel Vilella (The Mighty Fools) y Agustí Bosom (Abús).
Durante un fin de semana se encerraron en la casa, acondicionada bajo los preceptos de lo efímero y lo simbólico, para acoger a tres creadores sonoros que se sientan alrededor de una idea. "Deseábamos que el resultado fuera útil y que cada emplazamiento respondiera a las necesidades del grupo. Un espacio elevado donde componer, un espacio intermedio donde ensayar y pequeñas cabinas de grabación que les permitieran fijar las ideas rápidamente. Las cabinas podían reconvertirse en pequeños dormitorios improvisados, con lo que cada espacio, al ser ligero [cartón], podía modificarse fácilmente", recuerdan.
En el espacio concebido por David, los tres músicos trabajaron un borrador de un tema del próximo disco de The Mighty Fools. Además, se tejieron complicidades musicales entre ellos y el arquitecto, disparadas, esencialmente, a partir de las similitudes que pueden hallarse en la construcción de un espacio y la composición de una canción. "Componer un tema es crear un espacio, donde bien pueden caber historias y emociones, pero también puede ser un lugar en el que sucede todo lo contrario, un espacio desde donde se puede succionar el aire, un agujero negro. Esto incluye definir paredes maestras y elegir tapicerías o mobiliario, elementos que aúnan estructura y relleno. Una canción necesita de un buen cálculo de estructuras y, en cierto modo, culmina cuando puedes cerrar la puerta".
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