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Columna
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Hermanos italianos

David Trueba

Leí en una revista escolar la entrevista con un niño de padre español y madre italiana que describía la diferencia entre ambos países: "En España las cosas funcionan mejor, pero en Italia hay más arte". Me pareció de una precisión que solo los niños pueden alcanzar. Sea como sea, los italianos, por complicado que se les ponga el asunto, siempre tienen una salida inspirada y artística para los problemas. Tenemos tanto que aprender de ellos. Cumplen además con la profecía de que en los tiempos difíciles las personas supuestamente serias harán el ridículo y los payasos dirán las cosas serias. Roberto Benigni lo ejemplificó en la celebración de los 150 años de la unificación italiana.

Mientras el desmadre, el cachondeo y el tono de espectáculo de variedades campa en la vida política, los cómicos, de Benigni a Nanni Moretti pasando por otros que vertieron en el clown su indignación, se ven forzados a ser tomados en serio. Benigni giró por Europa recitando cinco cantos de la Divina Comedia en un espectáculo que elevaba el comentario de texto al arte del entretenimiento, lo que es un rayo de esperanza para la perpetuación de la cultura. Ha vuelto a hacerlo en la conmemoración patriótica. Festejar la unificación incomodaba al gobierno, pues necesita los votos separatistas y eso siempre rebaja las ínfulas patrióticas. Lo sabemos bien en la España que se rompe dependiendo de quien gobierne.

En el Festival de San Remo, retransmitido por la RAI, Benigni recitó y comentó el himno nacional, escrito por Goffredo Mameli en pleno Risorgimento, antes de morir con 22 años luchando al lado de Garibaldi en los albores de la unificación. El espectáculo le permitía viajar por los versos del himno. La letra del Fratelli d'Italia arranca con una exhortación: L'Italia s'è desta. ¡Despierta Italia! Benigni salió del barullo palabrero que suele usar de red, al afirmar que para lograr los sueños, siempre es preciso despertar.

Al glosar los tiempos de Cavour, Mazzini o Garibaldi se limitó a recordar que aquellos fueron personajes que salieron de la política más pobres de lo que entraron, pero que dejaron más enriquecido al país. Y es que a veces la lectura del himno es un acto de subversión y el payaso, el único que habla en serio.

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