Loewe vuelve a Madrid
La centenaria firma desfilará hoy en España por primera vez desde hace 12 años
"Es importante demostrar cuánto nos importa España. Que estamos orgullosos de que el origen y la identidad de la marca sean españoles y de que nuestros productos se fabriquen aquí, con una calidad y artesanía excepcionales. Me gustaría que el país también estuviera orgulloso de nosotros". Esta declaración de intenciones de Stuart Vevers, director creativo de Loewe desde 2008, explica por qué esta noche la centenaria firma de moda y marroquinería volverá a desfilar en Madrid. No lo hacía desde 1999.
El Jardín Botánico acogerá la presentación de la colección de otoño / invierno 2011, que ya se mostró hace unas semanas en París. Unos 250 invitados verán aquellas 35 siluetas de mujer, junto con ocho de hombre.
"Es importante mostrar cuánto nos importa este país", dice Stuart Vevers
La repetición explica la tranquilidad que ayer se vivía en las oficinas durante las pruebas. Además de mostrar lealtad, el desfile trata de explicar al que sigue siendo uno de sus principales mercados el nuevo rumbo que la compañía emprendió hace tres años.
El fichaje de Stuart Vevers, que resucitó Mulberry, supuso apostar por primera vez por un único director creativo con autoridad sobre todas las líneas. A diferencia de sus predecesores (Narciso Rodríguez y José Enrique Oña Selfa) el británico se instaló en Madrid. Esta ciudad sigue siendo la sede de una empresa que pertenece al mayor grupo de lujo del mundo, el francés Louis Vuitton Moët Hennesy, desde 1997. En su nueva guardia figura el arquitecto favorito de la moda, Peter Marino. El estadounidense trabaja también para Louis Vuitton, Dior o Chanel, y se estrenó en Loewe con la remodelación de la tienda de Valencia. La de Londres, inaugurada la semana pasada, fue la segunda. Próximo destino, Barcelona.
Para Vevers, de 37 años, la reinvención de Loewe pasa por una mezcla de sexualidad y clasicismo que entiende como característicamente española. Quiso enfatizar que la firma fue fundada en Madrid en 1846 cambiando logotipos y etiquetas y añadiéndole un erotismo que no teme al cliché. "Es interesante que el diseñador no sea de la misma nacionalidad que la marca. Tienes menos miedo a investigar los tópicos, puedes ofrecer un nuevo punto de vista sobre lo obvio. Es una oportunidad para explorar referencias culturales", explica.
No se dan cifras, pero Vevers asegura que la estrategia ha dado resultados. "Hemos construido una base sólida y ahora me siento preparado para empujar mis límites creativos". Y para presentarse a España.
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