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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacia las presidenciales

La segunda vuelta de las elecciones cantonales, celebrada el domingo, es la última gran toma de temperatura del ambiente político en Francia antes de las presidenciales del próximo año. Aun no pudiendo extrapolar los resultados, todo parece indicar que la estrategia de Nicolas Sarkozy para arrebatar votos a la ultraderecha de Marine Le Pen ha ido contra sus propios intereses. El Partido Socialista ha sido el vencedor, pero el Frente Nacional ha consolidado un electorado que podría convertirlo en la tercera fuerza política del país.

Es un triunfo de Le Pen en la misma proporción en que es un fracaso de Sarkozy, quien podría haberse introducido en una ratonera. Después de colocar en el primer plano de la agenda política los asuntos que interesan al Frente Nacional, cualquier alternativa para la UMP, el partido presidencial, encarna graves riesgos. Si abandona esos asuntos, porque se los cede a Le Pen en punto de sazón. Si los retoma, porque el Frente Nacional seguirá avanzando en su estrategia de normalización dentro del panorama político francés. Este es el resultado de haber lanzado iniciativas como el debate púbico acerca de la identidad nacional, que Sarkozy contaba continuar con otro sobre el islam y la laicidad.

La victoria del Partido Socialista era la condición necesaria para erigirse como alternativa a Sarkozy, tras demasiados años desgarrado por crisis internas. Falta, sin embargo, la condición suficiente, relacionada con la designación del candidato para las presidenciales. Ségolène Royal es la única que se ha postulado hasta el momento, pero se van perfilando otras alternativas: François Hollande, Martine Aubry y Dominique Strauss-Kahn. A partir de ahora comenzarán los movimientos. Con independencia de que los sondeos indiquen que los franceses prefieren a unos candidatos antes que a otros, lo cierto es que el Partido Socialista se juega más en el proceso de designación que en el hecho mismo de cuál sea finalmente su candidato.

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