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Entrevista:JUAN LUIS MORAZA | Artista

"El trabajo del artista resulta realmente barato"

La instalación Fanal. Jardín de las delicias, de Juan Luis Moraza, un conjunto de farolas y luminarias colocadas en el exterior del Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2001, ha conseguido su pretensión de fusionarse con el entorno. Moraza también cuenta con obras en las colecciones del Artium y el Guggenheim, entre otros museos. El Reina Sofia acaba de incorporar a sus fondos tres piezas del autor, dos de ellas realizadas en los años ochenta por CVA, el grupo que el artista formó con María Luisa Fernández.

Pregunta. ¿Qué recuerda de sus años de formación?

Respuesta. En la Escuela de Bellas Artes tuve compañeros de viaje muy importantes: Txomin Badiola, Darío Urzay, María Luisa Fernández, José Chavete, Jesús Mari Lazkano. Nos hicimos una generación sin querer. Compartíamos una gran desinformación en un panorama bastante pobre. Buscamos fuera y entramos en contacto con el arte conceptual, el minimalismo, la tradición constructiva, y con lo más intenso que encontramos en el panorama local: Oteiza. Más tarde tomamos distintos derroteros. Había entonces unas sinergias vinculadas con la gran escuela vasca bastante fantasmal, hecha de espectros. Fue una formación autodidacta, pero muy humanista. A través del arte fuimos a círculos más anchos de pensamiento, de antropología, de sociología.

"Una de las funciones del museo es la de generar un texto, una historia"

P. ¿Cómo era la relación con Oteiza?

R. Era como un abuelete que contaba historias fascinantes sobre unas vanguardias que ni siquiera él vivió. Fue muy importante. Creo que fue esa figura del abuelo, con quien no tienes conflictos de identidad; no tienes que matarle para ser. Era un embaucador, un poeta, una persona imaginativa, incapaz de relacionarse con otros. No tenía límites en su relación con lo simbólico. Yo he aprendido de Oteiza cosas buenas, y en qué no me quería convertir. Me enseño a ser el artista que quiero ser.

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P. ¿Y qué quiere ser?

R. No sé. Quiero seguir deseando.

P. ¿Qué significa que su obra entre en la colección del Reina Sofía?

R. El compromiso por el arte es tan fuerte, ocupa tanto de mi vida, que es reconfortante que tenga eco. Yo me siento honrado, más como reputación que como comercio. Que esas obras encuentren un lugar adecuado donde vivir, bien cuidadas y bien vistas, es una felicidad muy grande.

P. ¿Proyección, prestigio o dinero?

R. No lo sé. Un poco de todo. El Reina Sofía es el museo de arte contemporáneo de titularidad estatal más importante de España y cada vez tendrá un lugar más importante en el mundo. Un museo estatal es un lugar de registro de la Historia, supone todo eso. Pero mi estudio y mi casa siguen perteneciendo al banco.

P. ¿Ese es hoy el papel de los museos?

R. Los museos son hoy en día instituciones muy complejas, tanto como la propia sociedad. No pueden abarcarlo todo, pero una de las funciones del museo es la de generar un texto, una historia. Es un servicio público a través de ese tipo de gente rara que son los artistas.

P. ¿Y el papel del coleccionismo privado?

R. La frontera entre lo público y lo privado está muy desdibujada. Cumple un papel importante por cuanto que el trabajo del artista es realmente barato en comparación con cualquier bien industrial que se hace masivamente. Lo que te ofrece una obra de arte en términos de cadena de valor patrimonial es muy superior al precio del mercado. Sin embargo, no todo el mundo puede acceder a ello. Es un lujo.

P. Algunas formas de arte contemporáneo no facilitan el coleccionismo.

R. Sí, por sus condiciones materiales, por su carácter efímero, pero de eso responderán mejor los coleccionistas. Yo procuro ser responsable con la dimensión patrimonial del arte. Cuando la Unesco decide definir como patrimonio inmaterial ciertas formas de cultura, me parece una cosa muy seria, pero traducir eso a la baja para que podamos vender humo es irresponsable, muy perjudicial para la noción de patrimonio y para el propio arte.

Juan Luis Moraza

Juan Luis Moraza (Vitoria, 1960) recuerda que ya dibujaba cuando apenas tenía a los tres años. Después se formó en la Escuela de Bellas Artes de Bilbao y entró en contacto con el escultor Jorge Oteiza. Formó parte del grupo de artistas que se incorporaron como profesores a la recién

creada Facultad de Bellas Artes de la UPV, pero al cumplir los 30 años decidió abandonar las clases para dedicarse de lleno a su carrera artística. Desde hace tres lustros reside en Madrid.

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