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Medio Ambiente autoriza dos marinas porque el daño "ya se llevó a cabo"

"Los mayores impactos ya se llevaron a cabo", justifica la resolución ambiental

En una semana, la Consellería de Medio Ambiente ha desbloqueado dos puertos deportivos en Boiro, situados a escasos tres kilómetros en línea recta el uno del otro. El primero de ellos, en Escarabote, para dar cabida a 170 embarcaciones. El otro, en Cabo de Cruz, de 190 plazas, que se ampliarán a 400 en la segunda fase. En ambos casos, las resoluciones de la Secretaría Xeral de Calidade e Avaliación Ambiental, fechadas el 3 y el 9 de marzo pasado, eximen a los proyectos de someterse a evaluación de impacto ambiental. Y en ambos casos, por la misma razón: porque el daño ya está hecho.

El caso más flagrante es el de Escarabote, que promueve el Club Náutico Deportivo Barraña. Consta de cuatro muelles flotantes apoyados en otro de reparto, y ocupa una superficie de 13.500 metros cuadrados. Conlleva la construcción de un edificio de servicios náuticos emplazado en una parcela adyacente de 3.718 metros cuadrados. Pero ocurre que el proyecto "está en su mayor parte ejecutado". "Los mayores impactos que se derivarían del proyecto se asocian fundamentalmente con las actuaciones que ya se llevaron a cabo", relata la resolución de la consellería de Agustín Hernández, por lo que el procedimiento regulado de evaluación de impacto ambiental "no aportaría un gran beneficio o ventajas desde el punto de vista ambiental".

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La otra marina, en el puerto de Cabo de Cruz, cuenta con un amplio respaldo social de la parroquia, que lleva años esperando que se concrete el proyecto, pero también con la contestación de los ecologistas. Para hacerlo posible, la Xunta se ha gastado 12 millones de euros en construir los diques de abrigo necesarios para cobijar una lámina de agua de 20.772 metros cuadrados. Con esa obra ya ejecutada, Medio Ambiente considera que tampoco en este caso es necesario someter el proyecto a evaluación de ambiental.

Los diques construidos son una prolongación del original y un contradique que cierra el espacio destinado al puerto deportivo, que la Xunta adjudicará la semana próxima al Club Náutico de Boiro. En total, los muelles suman una longitud de 1.453 metros de largo, de los que solo una pequeña dársena existía hasta hace dos años. Las actuaciones futuras incluyen otro relleno de 2.391 metros cuadrados, donde se localizará un edificio multiusos y un aparcamiento.

La consellería precisa que "recientemente se ejecutaron infraestructuras de defensa portuaria que incrementaron la superficie de lámina de agua", por lo que el puerto deportivo quedaría "integrado o enmarcado dentro de un espacio ya transformado", según explica la Dirección Xeral de Sostibilidade e Paisaxe. El informe destaca en sus conclusiones que las obras proyectadas "no implican la necesidad de mejorar las condiciones de abrigo de la zona", por lo que resuelve no someterlas a trámite de evaluación de impacto ambiental. "No se trata de construir un puerto deportivo, sino de unas instalaciones de atraque a construir dentro de un puerto ya existente", sostiene la resolución, firmada por el secretario general de Calidade e Avaliación Ambiental, Justo de Benito.

Los diques de abrigo que ahora evitan que el puerto deportivo se someta a evaluación ambiental fueron objeto de contestación de los ecologistas durante su construcción, en 2009. Según Ignacio Jorganes, portavoz de Verdegaia, la organización ecologista que lideró las protestas, esta actuación no contó con más respaldo que un estudio ambiental "improvisado" y "poco riguroso". "El informe analizó la realidad socioeconómica de la zona sobre la base de sólo 15 encuestas, una parte de las cuales se hicieron entre empresas de hostelería y entidades bancarias", denuncia Verdegaia. Los ecologistas acusaron a la Xunta, entonces presidida por el socialista Emilio Pérez Touriño, de "enterrar el marisco bajo un kilómetro de escollera y contraescollera que ocupará 60.000 metros cuadrados del banco marisquero de Curvera".

Para realizar los informes sobre la evaluación ambiental, la consellería consultó a tres entidades, dos de ellas de la propia Xunta y la tercera, la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN). Solo los organismos autonómicos avalaron, aunque con matices, el proyecto. La SGHN, en cambio, emitió sendos informes en los que alertó del triple peligro de ambos puertos deportivos. "Son obras que afectan al marisqueo, muy importante en la comarca, están en zonas de invernada de aves acuáticas y, por último, afectan a la dinámica de las mareas", relata el presidente de la sociedad, Serafín González, que censura la política "de hechos consumados" de la Xunta. Sus alegaciones fueron desechadas. "Se está desvirtuando el trámite de evaluación de impacto ambiental", lamenta

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