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Reportaje:

La nueva vida de José Montilla

El expresidente ha dado un paso atrás en la escena pública pero sigue activo

José Montilla dormía menos de cinco horas cuando era presidente de la Generalitat y sigue haciendo lo propio desde que abandonó ese cargo. De hecho, es lo que le sucede desde los 20 años. Por entonces acudió a un especialista y se quedó tranquilo cuando le dijo que no todo el mundo requiere las mismas horas de sueño. Y en su caso, ni siquiera una cabezadita después del almuerzo, como le ocurre a Jordi Pujol, o le sucedía también al que fuera líder del PSC Joan Reventós. Ahora, como antes, lo que le quita el sueño a Montilla es la situación de Cataluña y de España derivada de la crisis económica, según explican sus colaboradores. Y seguramente también el presente y futuro del PSC, que pasa por sus horas más bajas para afrontar el 22 de mayo.

Desde que anunció su retirada da vueltas a la idea de crear una fundación
Á las 7.30 horas lleva a dos hijos al colegio y a las 8 ya está en su despacho
Un especialista le tranquilizó porque desde los 20 años duerme cinco horas

Desde que se produjo el relevo en la Generalitat, Montilla ha desaparecido de la escena pública. De manera intencionada, dicen en su entorno, porque desea dejar bien claro que no es el jefe de la oposición, pero que sigue siendo y ejerciendo como primer secretario del PSC. En cualquier caso, el sábado aprovechó la convención nacional del PSC para arremeter contra la cumbre anticrisis. El expresidente dosifica con cuentagotas sus apariciones, limitadas casi siempre a actos del partido. Ha rechazado una docena de entrevistas. A su despacho llegan también numerosas invitaciones para los actos más diversos que solo acepta en contadas ocasiones. Pero sigue activo en política y lo piensa seguir estando porque a los 56 años ni está para jubilarse, ni le flaquea la salud, dicen quienes le tratan a diario.

Desde el anuncio de su retirada le está dando vueltas a la creación de una fundación -como hicieron Pasqual Maragall y Jordi Pujol con su centro de estudios-, con unos objetivos muy definidos. En todo caso, ha expresado que no tiene prisa por ese proyecto y que la concreción vendrá en el otoño, tras el congreso del PSC. La posibilidad de escribir sus memorias la tiene descartada, al menos hasta dentro de 15 o 20 años.

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Es difícil que Montilla se duerma antes de la una de la madrugada, y a las seis ya está despierto, de manera inevitable. Eso le permite acompañar a dos de los trillizos al colegio alemán de Sant Just Desvern (Baix Llobregat), un centro subvencionado por el Gobierno alemán y que se utilizó hace unos meses para descalificarlo porque no iban a la clásica escuela catalana, a la que sí acude el otro hermano.

Como los dos primeros entran a las 7.30 horas, Montilla suele estar en su despacho al cabo de 30 minutos, aunque a esa hora ya no cita a nadie, ni que sea para evitar comentarios como el que oyó siendo titular del Ministerio de Industria, cuando una visita que acudió a esa hora le espetó: "¡buenas noches, ministro!".

En aplicación de la ley aprobada con Pujol, el expresidente Montilla tiene derecho a percibir una pensión durante cuatro años y a utilizar un despacho de manera vitalicia que se sufraga con fondos públicos. El suyo está situado en la avenida Diagonal de Barcelona, a unos 200 metros del que ocupa Pasqual Maragall. Oficialmente se denomina Oficina del presidente Montilla, pero no hay nada que lo revele en el edificio ni el inmueble. Allí acude tres días por semana y suele pasar la mañana. Depende de la agenda, incluso va a almorzar a su domicilio de Sant Just Desvern, algo impensable cuando estaba en la plaza de Sant Jaume.

Las visitas que recibe son de gente que le va a pedir opinión, incluidos ministros extranjeros, explican en su entorno, así como personas que se interesan por el "qué hay de lo mío" o le preguntan por su futuro político. A Montilla le persigue la fama de callado, pero quienes le tratan coinciden en que gana en las distancias cortas y que poco tiene que ver, por ejemplo, con el personaje que retrata el programa de TV-3 Polònia y con el que no se identifica.

Dos días a la semana, además, acude al gimnasio municipal de Sant Just Desvern a primera hora y los lunes y viernes los suele pasar en la calle de Nicaragua, casi siempre reunido. A Madrid viaja poco y cuando lo hace casi nunca es para acudir a reuniones orgánicas en la calle de Ferraz, la sede del PSOE. La última que lo hizo fue el pasado mes de enero, con motivo del consejo interterritorial del partido en el que se debatió la reforma laboral y financiera días antes del acuerdo firmado con los sindicatos. Por el comité federal del PSOE, del que Montilla es miembro nato, hace mucho tiempo que no aparece y de la ejecutiva federal dejó de formar parte en beneficio de Miquel Iceta, portavoz del PSC y viceprimer secretario.

A la hora de cenar y si no tiene ningún compromiso, Montilla intenta estar en casa. Y los fines de semana, si no se repite el impedimento, procura acudir al partido de baloncesto de su hijo. Cuando era presidente algún alcalde y cargo público se disculpaban por no acompañarle en esos partidos al saber que había acudido a ese municipio sin haberlo anunciado previamente. Él siempre respondía y todavía lo hace, que está allí como padre y nada más.

Los otros dos hijos de su primer matrimonio ya están emancipados y residen en Londres desde que el pasado verano falleció su madre y primera esposa de Montilla. La hija es licenciada en farmacia y tiene empleo y el otro hijo ha acabado económicas y está buscando trabajo.

"No hay mejor universidad que la vida"

"No hay mejor universidad que la vida, porque es la que otorga los mejores másteres". Los adversarios políticos de CiU siempre reprocharon a Montilla que no tuviera estudios universitarios (dejó derecho en tercero y económicas en segundo), pero, ironías del destino, hace unas semanas se supo que la vicepresidenta de la Generalitat, Joana Ortega, se hacía pasar en su currículum por licenciada en psicología sin serlo.

El pasado día 16 todos los diarios hablaban de la polémica y probablemente a Montilla le traicionó el subconsciente cuando se refirió de esa manera a la universidad a la pregunta de Justo Molinero, en Radio Tele Taxi, sobre si Cataluña saldría de la crisis. "Pues claro", dijo, antes de reflexionar sobre las virtudes del esfuerzo y el trabajo, algo que siempre ha resaltado también Jordi Pujol. La diferencia es que Montilla empezó a trabajar a los 16 años, cuando llegó a Cataluña procedente de Iznájar (Córdoba) y cursó el bachillerato nocturno.

A los 24 años, con los primeros Ayuntamientos democráticos constituidos en 1979, se estrenó como teniente de alcalde de Sant Joan Despí (Baix Llobregat) y al siguiente mandato lo fue en Cornellà, donde acabó de alcalde en 1985. Después presidió la Diputación de Barcelona, más tarde fue ministro de Industria y, finalmente, presidente de la Generalitat.

Cuando abandonó ese cargo puso fin a una trayectoria de 32 años y medio ocupando algún cargo público. En octubre, además, dejará de liderar el PSC, tras más de 11 años. En la entrevista a Radio Tele Taxi, una de las pocas que ha concedido desde su retirada, Montilla, también respondió a la pregunta de si seguiría en política. "Por supuesto que seguiré (silencio) fiel a las ideas que siempre he tenido, comprometido con el país y las causas en las que siempre he creído", dijo.

En otro momento verbalizó su concepto de la felicidad. "Ha de ser siempre un pelín incompleta por aquello de tratar de superarte. Pero sí, soy feliz, seguramente más que la media de los ciudadanos". "No se pierda a los niños, que crecen muy rápido", le aconsejó Justo Molinero. Los trillizos con su segunda esposa, Anna Hernández, ya tienen 10 años.

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