"Solo lloro con 'La vida es bella"
Son muchos los pilotos que afirman que su carácter tiene dos caras. Que su comportamiento no tiene nada que ver cuando están relajados, en su casa, con su familia o sus amigos, y cuando se enfundan el mono de carreras, se ponen el casco y se suben al coche. El ejemplo más claro de este tipo de patología es Sebastian Vettel (Heppenheim, Alemania, 1987), un rubiales de 23 años con unos dientes refulgentes y la sonrisa permanentemente estampada en la cara, que el año pasado, en la última carrera del campeonato, se convirtió en el campeón del mundo más joven de la historia (23 años, cuatro meses y 11 días). El pasado jueves, después de comer, Vettel se paseaba por el paddock del circuito instalado en los jardines del Albert Park, en Melbourne. Tras atender a la prensa en dos tandas, primero la internacional y después la alemana, Baby Schumi se sentó a tomar un café con EL PAÍS en la pequeña carpa de su equipo.
"Me encanta conducir y los coches, pero necesito competir para no aburrirme"
"Mi título es único porque Red Bull no tiene un gran palmarés"
"Lo mejor es que sea yo quien tome las decisiones. Por eso no tengo agente"
"Cada uno tiene su estilo. El mío es que si cometo un error no me importa reconocerlo"
"Me hubiera gustado estar en la F-1 de los años setenta, sobre todo por el buen rollo"
Pregunta. ¿Cómo ha influido en su día a día convertirse en campeón del mundo?
Respuesta. Sigo siendo el mismo, mi forma de ser no ha cambiado. Eso sí, tras el desenlace del pasado Mundial he estado mucho más ocupado durante el invierno. Recibimos una inmensidad cantidad de invitaciones y solicitudes de todas partes, pero creo que lo hemos sabido llevar bastante bien. Me lo he pasado bien. Volver a Alemania y que te reciban 10.000 personas es algo extraordinario, y pilotar un F-1 por las calles de Berlín no es algo que se pueda hacer cada día.
P. ¿Cuánto tiempo le llevó darse cuenta de lo que había conseguido?
R. El domingo de Abu Dabi no dormí demasiado porque me organizaron una fiesta. Al día siguiente volvimos a Europa y a los pocos días tuve que regresar a Abu Dabi para los últimos entrenamientos del año. Acabé destrozado de tanto ajetreo, de tantos kilómetros. No tuve plena conciencia de lo que acababa de hacer hasta diciembre, cuando las cosas ya se habían calmado un poco. Fue después de recibir el trofeo que me acreditaba como campeón en la gala de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), en Mónaco.
P. ¿Se ha dado algún capricho?
R. No me he comprado nada. Bueno, sí, pero no se lo puedo decir. No le voy a mentir, pero tampoco voy a decirle qué es. Le tocará investigar y adivinarlo. Lo he encargado, pero todavía no lo tengo, y no es un avión ni un coche. Ahí lo dejo.
P. Hace unas semanas anunció su renovación con Red Bull hasta finales de 2015. ¿Cómo puede encargarse de pilotar y, al mismo tiempo, de llevar sus propios asuntos?
R. La gente me pregunta a menudo por qué no tengo agente y yo siempre respondo lo mismo. Un representante debe ser algo más que una persona que se lleva un porcentaje de tu sueldo. Tiene que estar cerca de ti, procurar que no te falte de nada, que estés tranquilo. Tiene que ser alguien en quien puedas confiar pase lo que pase. Cada uno tiene una historia, y yo he tenido siempre gente de Red Bull que me ha apoyado, cuidado y protegido, precisamente, de este tipo de agentes. No me gusta esa gente. Desde pequeño tuve la oportunidad de aprender de los que estaban a mi alrededor, vi cómo manejaban este tipo de asuntos, de modo que cuando fui suficientemente mayor y tuve bastante experiencia asumí el control para cuidar de mí mismo. Aunque no estoy solo, tengo a mi familia y a mis amigos detrás, además de un abogado que controla que todo esté en su sitio. He llegado a la conclusión de que la mejor opción es que sea yo mismo quien tome las decisiones que me atañen, básicamente porque mi futuro es el que está en juego. Eso sí, si la cuestión es importante pido consejo a mi familia y a mis amigos, como todo el mundo.
P. Hubo un momento de la temporada pasada, después de correr en Spa (abandonó), en el que hizo autocrítica y fue muy duro consigo mismo. ¿Cómo fue aquello?
R. Es que estaba siendo muy irregular, fue un periodo con demasiadas subidas y bajadas. Lo analicé y concluí que tenía que centrarme. Cometí algunos errores pero tampoco podía hacer nada por enmendarlos porque ya estaba hecho. Entonces me senté y me pregunté a mí mismo qué perseguía, cuál era mi objetivo. Y lo que quería era ganar el campeonato. Y eso que las cosas tampoco es que fueran dramáticas. Lo más importante es que te des cuenta de lo que está pasando. No sirve de nada mentirse a uno mismo, es una tontería. Cada cual es perfectamente consciente de cuándo ha tenido un mal fin de semana, cuándo es más lento de lo que debería y todo eso, y culpar a los demás es autoengañarse.
P. ¿Siempre ha sido tan severo consigo mismo?
R. Cada uno tiene su estilo y yo soy así. Si cometo un error no tengo ningún problema en reconocerlo. Menos aún si salta a la vista. Como cuando en Fuji, en 2007, me empotré contra el coche de Mark [Webber, su actual compañero]. No lo hice a propósito, pero la culpa fue mía. Eso fue una gran lección, porque el coche no estaba preparado para lo que yo le exigía. Es importante aprender de este tipo de situaciones, buscar excusas impide que progreses.
P. ¿Cómo puede seguir progresando el campeón más joven de la historia?
R. Tengo mucho por mejorar. Si ganas el título es porque, probablemente, has hecho más cosas bien que mal. Pero eso no significa que todo haya salido perfecto. No importa qué deporte sigas, hay gente que gana una vez y no lo vuelve a conseguir, y es evidente que yo quiero seguir ganando. Cuando consigo un objetivo, lo más importante es no perder de vista los pasos que me han llevado a conseguirlo.
P. ¿Qué palmarés aceptaría como bueno cuando deje de correr?
R. Mi objetivo es ganar. Me encanta conducir y me encantan los coches, pero necesito competir porque si no me aburro. Si eres feliz, poco importa cuantos títulos hayas ganado. Hay personas que son felices porque tienen éxito; otras lo son porque les rodea una familia fantástica, y otros porque tienen mucho dinero. Tener dinero te permite hacer cosas que te gustan, y esas cosas pueden darte más o menos felicidad. Pero no creo que uno lo necesite para ser feliz. Yo, en este momento, lo soy.
P. ¿Cuál ha sido el instante más intenso de su vida?
R. Cuando crucé la meta en Abu Dabi, el año pasado, y me dijeron que era campeón. Aunque también ha habido otros momentos. Recibir el premio, en diciembre, en Mónaco. Ganar mi primera carrera, en Monza (2008), o estar en el podio ese mismo día, mirar para abajo y ver a todo el equipo completamente enloquecido. O volver al taller después de la conferencia de prensa, en Abu Dabi. Son situaciones en las que no es necesario decir nada pero que nunca se olvidan.
P. ¿Le da más valor a su título el hecho de haberlo conseguido con una escudería que no es de las tradicionales?
R. Es muy especial y así lo sentimos todos. Si formas parte de un equipo que tiene mucho palmarés y ganas el Mundial, no dejas de ser uno más. Por eso creo que mi título es único en ese sentido. Si analizas lo que hemos logrado en tan poco tiempo es increíble. Red Bull no es un constructor, nosotros solo fabricamos el chasis y ensamblamos el motor.
P. De hecho, Hamilton ha declarado que Red Bull no es más que una compañía de refrescos.
R. Hamilton está aquí al lado [en este paddock, las carpas de Red Bull y McLaren son colindantes] y siempre que tenga sed será bienvenido [se ríe]. De todas formas, en el caso de que nosotros necesitemos un coche no creo que sea necesario ir a pedir uno a McLaren porque el nuestro va bastante bien.
P. Red Bull se ha convertido en el equipo de referencia. ¿Cree que puede llegar a marcar una época?
R. Esta es una disciplina muy complicada. Para poder pelear por el campeonato es imprescindible que muchos elementos encajen perfectamente. Y luego, cuando eso ocurre, tienes que saber ganar. Pero también sé que si doy todo lo que llevo dentro es probable que estas oportunidades se presenten de forma natural. Cuando eso ocurre, dependes de ti mismo.
P. Si le permitieran correr en otra época, ¿cuál elegiría?
R. Amo las carreras, pero también amo mi vida. Desde el punto de vista competitivo, me hubiera gustado estar en la F-1 de los años setenta, sobre todo por el buen rollo que había. Pero, si tenemos en cuenta las medidas de seguridad, me encanta la época actual. Es más o menos lo mismo que respondería un esquiador.
P. ¿Está contento con el nuevo coche?
R. Hemos hecho muchos kilómetros durante la pretemporada y no hemos tenido demasiados problemas. Estamos contentos aunque todavía no sabemos si somos competitivos o no.
P. ¿Tienen alguna sorpresa guardada?
R. No, lo que se ve es lo que hay. No tenemos un segundo en el bolsillo y espero que los demás tampoco lo tengan.
P. ¿Es una persona emocional?
R. No especialmente.
P. ¿Llora habitualmente?
R. Normalmente me cuesta mucho llorar, tanto cuando estoy muy contento como cuando estoy muy triste. Solo hay una película que me hace llorar sin que pueda controlarlo: La vida es bella. Aunque si lo dice por lo de Abu Dabi, es verdad que también lloré cuando crucé la meta, como todo el mundo ya sabe, gracias al corte de radio. Es embarazoso porque no me salía la voz y parecía que pilotaba una niña pequeña.
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