¡Venga abuelo, déle caña!

De haberlo hecho con actores de teatro de variedades retirados, este Forever Young podría haber sido un musical corrosivo y desencantado, al estilo de los que el suizo Christoph Marthaler monta en Alemania con intérpretes veteranos. Pero su autor, el también suizo Eric Gedeon, solo pretendía divertirnos divirtiéndose con una parodia ligera de la película Buena Vista Social Club. El éxito del espectáculo original desbordó sus previsiones más optimistas: se ha repuesto por Navidad en el Thalia Theater de Hamburgo durante las 10 últimas temporadas, a petición de un público que lo agradece como contraste desopilante con el rosario de dramas de Shakespeare, Schiller, Gorki y Büchner que componen el grueso de su programación.

En la versión española, cinco jóvenes y no tan jóvenes primeros espadas de nuestro teatro musical parodian lo viejos que serán algún día, a la manera en que los actores de Els Joglars parodiaban su senectud futura en Omena-G, pero para reírse aquí de cómo con la edad crecen los achaques sin que mengüen el egoísmo ni la humana vanidad. Nonagenarios, caracterizados de manera mucho más caricatural que sus homólogos hamburgueses, los encontramos en un teatro reconvertido en asilo para artistas, a la espera de que los deje solos Edith Salazar (transmutada en una enfermera sádica y aguafiestas inspirada en esas que cuando las pillan dicen haber envenenado a sus víctimas por compasión), para lanzarse entonces a interpretar viejos éxitos del rock and roll, acompañados al piano por Marcos Cruz.

Las canciones, escogidas para que sus letras entren al hilo de la delgada acción, como sucede en el musical cubano Bésame mucho, están bien o muy bien interpretadas todas. Los arreglos de algunas resultan especialmente divertidos: por ejemplo, el Buona sera, signorina cantado por una Dulcinea Juárez escéptica que, con su vestido negro largo y su estola de zorro, parece la abuela adoptiva de La familia Adams. Brillantes, un potpourri en el que los cinco se pasan la voz según se van pasando un canuto, y otro en donde Rubén Yuste calza una veintena de canciones variopintas para volver siempre a la que va marcando el tempo.

Desmerecen del conjunto un sketch a base de trucos de magia fallidos, y el falso final, sobresaturado de fragmentos de Shakespeare interpretados sin afinación cómica ni dramática. Divertida la pelea a lo Laurel & Hardy entre Jacobo Dicenta y Armando Pita, y fantásticas, por el contrapunto culterano que ponen y por su agudo humor negro, las canciones que interpreta Edith Salazar, alguna con letra de Pepín Tre.FOREVER YOUNG

Autor. Eric Gedeon. Intérpretes: Jacobo Dicenta y Dulcinea Juárez. Adaptación y dirección: Tricicle. Teatro Compac Gran Vía. Hasta el 24 de abril.