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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Licencia para informar

David Trueba

Aún falta mucho para que las críticas, la indignación o la burla en los medios sobre los negocios de la familia Ruiz-Mateos iguale a la presencia publicitaria de la que disfrutaron durante los meses de captación de capital para su negocio. En ocasiones el término publicidad engañosa es una redundancia. Ellos mismos clarificaban el concepto en una de sus peculiares cartas entre piadosas y acongojantes al Santander, ese santo patrón del hoy.

A ratos se quiere dotar al mercado publicitario de una moralidad que escapa a los principios mismos de su fundación. Se ha logrado que los equipos deportivos no tengan publicidad de alcohol o tabaco, pero sí de casas de apuestas y chanchullos piramidales. Se regula que no haya anuncios de dermoestética o de obsesiones alimentarias en horario juvenil, pero no hay programa para ese público que no jalee la tabla pectoral sobre cualquier otro valor. Y de tanto en tanto hay ataques de dignidad contra la inclusión de anuncios de prostitución en los periódicos, pero qué ganamos al prolongar su reinado en el dinero negro y fomentar publicaciones aún más degradantes; la explotación del ser humano y sus recursos también tendría que penalizar a muchas marcas que se pasean por el mercado libres de escrutinio.

El Rayo Vallecano ejemplifica, con su dignidad de líderes de Segunda División, la orfandad de los trabajadores frente al vaivén del capital en los tiempos de Madoff, otro silencioso emprendedor antes de escandaloso paria. Por más que alentamos que los clubes de fútbol se conviertan en sociedades mercantiles, su grado de imbricación en la ciudad obliga a las instituciones a un socorro que no parece tan bien visto cuando se trata de salvar otras empresas igual de arraigadas pero quizá menos simbólicas. El Rayo quebrado es una metáfora de nuestro mundo, de ahí nuestra identificación con sus trabajadores.

Lo grave no es que los medios abrazaran aquel maná publicitario. Los consumidores han de analizar por ellos mismos la veracidad de cualquier reclamo. Más grave era ver informaciones periodísticas, reportajes plenos de empujón promocional por tele, mar y aire, que confundían propaganda e información. El vitriolo y el análisis llega cuando son un juguete roto. Ya no tienen nada que ofrecer, muchos reciben entonces la licencia para informar.

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