Más de 30 relevos en dos años
La complejidad del departamento y la personalidad de Ares han contribuido a hacer de Interior la consejería con más alteraciones del Gobierno socialista
Los relevos de personal que sacuden todo cambio de gobierno han sido especialmente evidentes en la consejería de Interior desde la llegada de los socialistas a Ajuria Enea. Más de una treintena de cambios ha soportado el departamento en sus puestos clave desde que se hizo responsable del mismo Rodolfo Ares. Algunos cargos han cambiado incluso varias veces de plaza hasta encajar en un complejo organigrama que también se ha reorganizado con nuevas áreas para adaptarse, según el Ejecutivo, a las nuevas necesidades. Un plan de modernización similar se ha proyectado para la estructura de la Ertzaintza.
El caso más significativo es, quizá, el de Joseba Bilbao, una de las vigas maestras del departamento. Ares le nombró inicialmente director del gabinete del viceconsejero de Seguridad, Rafael Iturriaga, aunque después le trasladó a la dirección de Recursos Técnicos e Infraestructuras. Visto su buen rendimiento lo reconvirtió en responsable único de las dos áreas, si bien la desbordante carga de trabajo obligó posteriormente a derivar parte de sus cometidos a Nélida Santos. Finalmente, ha vuelto a llevar el peso de los dos departamentos, ahora unificados.
La capacidad de trabajo del consejero y la correspondiente exigencia que traslada a sus subordinados late como motivo de buena parte de las alteraciones del organigrama de Interior, que es el que más cambios ha sufrido desde que gobierna el PSE. Otras de las modificaciones en cadena se han producido en la Academia de Arkaute, a cuyo frente se situó inicialmente a Juan de Dios Uriarte. Ares decidió después su cese y el relevo lo tomó la hasta entonces directora de Atención de Emergencias, Elena Moreno, cuyo puesto tuvo que ceder a Pedro Anitua.
La renovación, con trasfondo político en la mayoría de los casos, ha llegado incluso a puestos de un perfil secundario y que no son de libre designación por parte del consejero. La última polémica se dio hace un mes con la pretendida sustitución de las jefaturas de las principales comisarías de la Ertzaintza. Finalmente, solo ha sido relevado en su cargo el responsable de la base de Vitoria, aunque inicialmente se contempló también una operación similar en San Sebastián y Bilbao.
Un escenario sindical fragmentado
Las cuatro organizaciones que respaldan la convocatoria de manifestación representan la mayoría sindical de la Ertzaintza. En conjunto aglutinan a dos tercios de los 60 delegados que se reparten los representantes de la plantilla. Solo permanecen ajenas a la marcha las dos centrales confederales: ELA, que se mantiene como segunda fuerza, y CC OO, que se ha visto relegada al quinto lugar. Ambas sufrieron el mayor retroceso en las elecciones del pasado mes de octubre.
Aunque no modificaron ostensiblemente el reparto de fuerzas, los últimos comicios sindicales de la Ertzaintza supusieron un duro castigo para las tres organizaciones que hasta ese momento habían sido mayoritarias. Erne, ELA y CC OO perdieron representación, si bien la central independiente reforzó su condición de mayoritaria y se salvó del descalabro.
Quizá como fruto del malestar imperante en el Cuerpo, la plantilla derivó su respaldo hacia los sindicatos minoritarios y sectoriales. La escisión de ELA, Esan, ganó peso como alternativa para el voto nacionalista, mientras que Sipe se aprovechó de sus victorias en los tribunales para superar a CC OO como cuarta fuerza. También Euspel vio aumentado sus apoyos, aunque no le bastaron para alcanzar representación en la mesa de negociación ni en el consejo de la Ertzaintza.
La unidad de acción ha disimulado, pero no eliminado, las diferencias que alejan a las centrales que han organizado la manifestación. Por eso, la respuesta de los agentes a la convocatoria se antoja clave. Y no solo para influir en la política de Interior. Un apoyo multitudinario contribuiría a mantener la concentración de fuerzas, pero un fracaso podría dividir el camino sindical en varias sendas.
Los grandes conflictos
Simbología. La sustitución en vehículos y uniformes del modelo de ikurriña que implantó el PNV provocó el primer choque con las fuerzas nacionalistas.
Absentismo. El anuncio del consejero de que el índice de ausencias al trabajo superaba la media de otras policías generó un profundo malestar en los ertzainas.
Convenio. A punto de alcanzar cuatro años prorrogado, se ha convertido en la principal reivindicación de la plantilla.
Plantilla. Ares se ha comprometido a llegar a los 8.000 agentes, pero los sindicatos estiman que al menos hacen falta medio millar más para atender las necesidades actuales.
Salario. El recorte salarial aplicado el pasado año a los ertzainas, como parte del funcionariado vasco, sirve aún de arma arrojadiza por parte de las centrales.
Segunda actividad. Su presencia o no en la nueva Ley de Policía del País Vasco ha motivado el último rifirrafe.
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