Presos en régimen cerrado

Seis de los condenados por los atentados del 11-M han pasado los últimos siete años en prisión sometidos al régimen más severo, de casi aislamiento. Se trata de Youssef Belhadj, Hassan el Haski, Fouad El Morabit, Jamal Zougam (condenado a 42.922 años de cárcel), Saed el Harrak y Rafa Zouhier. Todos ellos se encuentran en primer grado, un régimen en el que apenas pueden pasar tres o cuatro horas al día fuera de la celda, según fuentes penitenciarias. Comen dentro de su habitáculo y no tienen derecho a actividades programadas ni a talleres. Son los más radicalizados y, en principio, de los que más se teme que puedan realizar labores de captación y proselitismo dentro de la prisión.

Otros siete presos, José Emilio Suárez Trashorras (condenado a 34.715 años), Mohamed Bouharrat, Otman el Gnaoui (42.922 años), Abdelmahid Bouchar, Mohamed Larbi Ben Sellam, Hamid Ahmidan y Rachid Aglif están también en primer grado, pero con un régimen flexible. Se les ha aplicado el artículo 100.2 del reglamento penitenciario, que permite a presos de cualquier grado disfrutar de condiciones de otro más beneficioso. Para estos presos, la mejora consiste en que se les autoriza a pasar más tiempo fuera de la celda para hacer algún curso de idiomas o algún taller.

El caso de Suárez Trashorras es especial. Al asturiano -acusado de facilitar los más de 200 kilos de explosivos a los terroristas que cometieron el atentado- le fue diagnosticada una esquizofrenia que es incompatible con el régimen de aislamiento, de forma desde el principio ha disfrutado de una mayor flexibilidad. No puede salir del módulo, pero hace vida normal con el resto de los internos. Sergio Álvarez y Antonio Iván Reis -que trasladaron explosivos de Asturias a Madrid-, condenados a tres años, están ya clasificados en tercer grado y gozan de permisos de salida.