Sucedió mañana
Lo digo sin acritud, pero igual a los dirigentes del PSOE andaluz se le está yendo la mano con el manual de cómo perder elecciones en cómodos plazos. Una cosa es ponérselo fácil a la oposición, y otra bien distinta es hacer lo posible para que gane Arenas con mayoría absoluta. El hecho de que falte un año para las autonómicas, más que un acicate para recuperar al electorado socialista perdido, empieza a ser un tormento para el PSOE, que descubre que el paso de los meses está siendo directamente proporcional al alejamiento de la victoria.
Lo del PSOE con su electorado es como la Medalla de la madre, pero al revés. Cada mes que pasa, las encuestas dicen que los van a votar menos que ayer pero más que mañana. O los sondeos se hacen siempre con los mismos 800 ciudadanos, o empiezan a ser una multitud los que dicen que no van a votar al PSOE ni aunque les prometan la cuarta y la quinta modernización juntas. Elector arriba, elector abajo, son medio millón de tradicionales votantes del PSOE en Andalucía los que están ahora mismo en disposición de decirle a este partido que si te he visto no me acuerdo.
Los socialistas andaluces, además, comienzan a tener un serio problema. Están sufriendo los envites del pasado, sin poder quejarse del pasado. Por eso, lo que sucedió ayer está solapando todo lo que se está haciendo hoy. Viven debatiéndose entre el "caiga quien caiga" y el ponerles puertas al campo de las responsabilidades. El Gobierno, además, está sin agenda. Y si la tiene, no consigue ponerla al día. La batería de propuestas por el empleo, que iba a ser la base de la estrategia de los próximos meses, se la ha merendado otro tipo de empleos. Se ha pasado de la ofensiva ante las municipales a la defensiva de las explicaciones. El asunto tiene difícil solución, ya que tampoco mejoran las expectativas nacionales. El PSOE sigue anunciando la recuperación de nunca jamás, cantando con Zapatero el ni contigo ni sin ti tienen mis males remedios, u oteando todas las posibilidades que le permite a un Gobierno no dejar para mañana lo que pueda molestar a los ciudadanos hoy. Eso sí, por demócratas nadie les va a ganar a los socialistas. Que los andaluces llevan 30 años votando a un mismo partido y no hay alternancia, no se preocupen ustedes que el PSOE está haciendo todo lo posible para que la haya.
Si a Javier Arenas le dicen hace un año que tiene posibilidades reales de ganar las elecciones en Andalucía, sale corriendo para Madrid y no hay quien lo pille. Más de 20 años trabajando para estar cómodo en la oposición, liderando un partido donde todo dirigente que le pudiera ayudar a conseguir la victoria era apartado de su lado por él mismo, no se puede tirar por la ventana de la noche a la mañana. Arenas no se ha ganado un prestigio perdiendo para tener que salir victorioso de una confrontación y ponerse a gobernar, con las insatisfacciones que da tomar decisiones todos los días.
A Arenas, lo que de verdad le gusta son sus cosas de siempre. Su Gobierno en la sombra, sus consejerías en cada provincia que visita, sus pactos por el empleo, por la salud, por la educación... Sus críticas, sus polémicas, sus ERE que ERE. Pero no, va el PSOE y se empeña en que Arenas tenga que gobernar Andalucía. Pero no un empeño cualquiera, sino un empeño de los de verdad. "No quieres votos, puedes hay llevas tres urnas llenas", parece que le están diciendo al líder del PP. "Que son pocos votos todavía para poder gobernar, no se preocupe que estamos haciendo lo posible para que saque mayoría absoluta".
A Arenas le va a terminar pasando como al PSOE, que sienta añoranza del pasado. "Que tiempos aquellos", dirá el líder del PP, "cuando no había que hacer casi nada para perder. Y no los de ahora que, haciendo igual de poco, uno puede terminar ganando". En Andalucía, todo lo que sucedió ayer, parece que sucedió mañana.
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