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Crecimiento, desequilibrios y extrema derecha

Andreu Missé

Los desequilibrios que padecen las economías periféricas, especialmente las burbujas inmobiliarias de España e Irlanda, se explican en buena medida por el gran flujo de capitales que recibieron de Alemania en busca de una mayor rentabilidad. Es otra manera de ver los desequilibrios que padece la UE. Entre 2002 y 2009, las familias, empresas y el Gobierno alemán lograron ahorrar más de 1,6 billones de euros. Sin embargo, de esta cantidad disponible para invertir en edificios, bienes de equipo e infraestructuras públicas sólo un tercio (562.000 millones) se quedó en Alemania, mientras que los dos tercios restantes (1,05 billones) se exportaron a otros países, según el estudio de European Economic Advisory Group y CESifo, sobre la economía europea en 2011. Una parte importante de ese dinero se canalizó especialmente hacia a Grecia, España, Portugal e Irlanda, generando un desequilibrio por cuenta corriente de hasta 200.000 millones anuales.

La creación de un mercado de capitales único permitió a países como España obtener, por primera vez, créditos a tipo fijo con 20 años de amortización. Estos flujos dinero favorecieron un fuerte crecimiento económico de hasta el 105% en Irlanda; 55,6% en Grecia, 50,2% en España y 29,5% en Portugal, entre 1995 y 2009. En el mismo periodo el crecimiento alemán fue del 16,2% [ver gráficos en página 6].

Una de las consecuencias más dañinas de esos flujos fue el repunte de los precios en general, los inmobiliarios en particular y, como consecuencia, los salariales. Así durante el mismo periodo los precios crecieron un 67% en Grecia; un 57% en España y un 48% en Portugal mientras que en Alemania lo hicieron solo un 12%. En relación con los países periféricos, los precios alemanes se depreciaron un 28%. Esto explica también el potencial exportador alemán.

El director del informe, Hans Werner Sinn, sugiere que los desequilibrios generados por estos flujos han "supuesto una mala localización de recursos" en todas partes. Alemania no invirtió lo necesario para mantener el crecimiento adecuado mientras que los países periféricos vivieron por encima de sus posibilidades y ahora se encuentran en serias dificultades para devolver lo que les prestaron a manos llenas en plena euforia. Las causas de los desequilibrios en Europa tienen al menos dos caras.

El resultado ha sido una caída del crecimiento del conjunto de la UE y un fuerte giro hacia la derecha. Vítor Constancio, vicepresidente del BCE, cita un trabajo de M. Bruckner y H. P. Gruner, que sostienen que "una caída del crecimiento en un punto porcentual implica el aumento también de un punto de los votos hacia la extrema derecha". Quizá, por eso, los socialistas europeos, como la izquierda, en general, principales víctimas políticas de la crisis económica, han puesto el acento en reforzar el crecimiento y el empleo. Proponen una estrategia para crear 8,5 millones de empleos en la UE hasta 2015. Y advierten que si se piensa "solo en la austeridad" aún se perderán 600.000 empleos más en los próximos cuatro años.

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