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Rouco cree que las redes sociales llevan a un estilo de vida "vacío"

El debate episcopal se centró ayer en la figura del cardenal Antonio María Rouco, que en agosto próximo, cuando cumpla 75 años, debe presentar su renuncia al Papa como arzobispo de Madrid. Es la norma canónica, que se exige a rajatabla. Pese a todo, Rouco aspira a ser reelegido hoy como presidente de la Conferencia Episcopal para otro mandato de tres años. Muchos obispos consideran esa pretensión como un órdago al Vaticano, salvo que Benedicto XVI haya pedido al cardenal de Madrid que se presente a la reelección. Ambos se entrevistaron en Roma el pasado día 15. La asamblea de la Conferencia Episcopal se inició ayer con un discurso de Rouco centrado sobre todo en la Jornada Mundial de la Juventud que se va a celebrar en Madrid el próximo agosto. El Papa vendrá a España cuatro jornadas con ese motivo.

Testamento eclesial o palabras de continuidad, Rouco no ofreció ayer aristas especiales frente al poder político, como ocurría en discursos anteriores. Ni siquiera se centró en la crisis económica, ni en las dificultades que sufren millones de españoles por esa causa. Pero no faltaron execraciones sobre la situación de la familia y el matrimonio. Además, dedicó un gran espacio a la pastoral juvenil porque, dijo, "después de 2.000 años de evangelización, la Iglesia se encuentra hoy con que Jesucristo sigue siendo muy poco conocido y muy poco amado".

Papel relevante

También tuvo palabras sobre la influencia "del mundo de la cibernética". Dijo: "El ideal de la libertad reconquistada ha sido propuesto y explorado por mil caminos en los dos últimos decenios, donde la cibernética tiene un papel relevante, con los jóvenes como actores principales. Prueba de ello son los últimos acontecimientos en el mundo árabe".

"La Red" -siguió Rouco- "se ha convertido en un instrumento poderosísimo de información y de comunicación, pero también de propagación de fórmulas de vida de todo tipo, sin excluir las menos acordes con la dignidad humana. Así, los jóvenes se encuentran expuestos a la influencia desorientadora del relativismo, es decir, una actitud guiada por la indiferencia ante el bien, por el todo vale y por la preterición de los bienes verdaderos".

En sus palabras, las redes sociales propician "un estilo de vida virtual, vacío, paradójicamente, de encuentros y de relaciones verdaderamente personales".

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