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Elecciones municipales y forales
Columna
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No será una campaña fácil

Cuenta la Historia que fue Robespierre quien un día comentó a un grupo de políticos: "La cuestión es saber dónde está el enemigo". "Está ahí fuera y lo hemos cazado", le replicó Danton. A lo que Robespierre le reprochó: "Está entre nosotros y lo estoy mirando". Más de dos siglos después, desgraciadamente el debate político sigue girando en torno a la idea del enemigo. Aquí y allá. Y lo insoportable será que en los próximos tres meses, antes del 22 de mayo, esta situación tampoco nos permitirá saber qué está pasando.

Los constantes debates sobre una posible fusión de las cajas vascas, sobre el final de ETA o el futuro de Sortu; el papel de las víctimas, la pugna entre socios de gobierno como PNV y Hamaikabat por la Ley de Aportaciones, el futuro palacio de Congresos de Vitoria o el enfrentamiento entre la Diputación de Vizcaya y el ayuntamiento de Basauri por la lanzadera entre Galdakao y la estación de metro de Etxebarri o la retirada de la campaña publicitaria que iba a contratar el diputado general de Guipúzcoa sirven para que el ciudadano saque sus propias conclusiones.

Habrá que conjugar la convivencia con la expresión de los ciudadanos

El nerviosismo que se vive dentro y fuera de Ajuria Enea, de las Diputaciones y de los Ayuntamientos vascos así como el pistoletazo de salida oficioso rumbo a las elecciones de mayo nos están revelando las suficientes claves como para intuir que no será una campaña electoral fácil. Y, lo peor de todo, es que está dejando una vez más la instantánea del "cuanto peor mejor". Pase lo que pase, todo va mal. Y este punto es el que no entiende la ciudadanía.

Recientemente, Roger Scruton publicaba un libro bajo el título Usos del pesimismo. En la obra, el filósofo anglo-americano propugna un pesimismo crítico, que consiste en llamar a cada cosa por su nombre. O lo que es lo mismo, decir la verdad aunque las consecuencias de hacerlo no sean agradables. Cualquiera podría pensar que esta actitud no aporta soluciones alternativas, pero más cierto es que un mal cambio en la dirección equivocada es peor que permanecer quieto porque después hay que desandar lo andado y volver a buscar el buen camino. En el escenario actual, no puede valer solo el "cuanto peor mejor". Vivimos tiempos en los que la sociedad necesita liderazgos integradores.

Y este es el gran peligro. El desafecto ciudadano unido al autismo de los partidos. Los mismos que, de cara al 22 de mayo, intentarán movilizar al electorado provocando la polarización y apelando al dramatismo. Ni una ni otro -polarización y dramatismo- serán artificialmente creados. No podrán ser otros los términos de la campaña.

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Vistos los reproches de estas últimas semanas, al ciudadano se le va a empujar a las urnas como si en su voto estuviera, una vez más, el ser o no ser de la misma democracia en Euskadi. Creerá, sin duda, que, aunque no con el tremendismo con que se lo habían planteado, su voto sí tenía que ver, de manera muy importante, con la situación en la que nos encontramos. Y después esperará que la gestión que los partidos hagan de su voto sea coherente con los planteamientos a los que ellos mismos han apelado para solicitárselo.

Las miradas se van a centrar muy detenidamente en el PNV, para ver cómo le pasa factura la presencia de Sortu, los presuntos casos de corrupción (qué Diputación pierde y qué pactos se ve obligado a firmar) y qué réditos le da su actividad en Madrid; en el PSE para comprobar qué desgaste le depara la gestión que está haciendo Zapatero de la crisis y qué resultados sus dos años en Ajuria Enea (si consigue ser el partido más votado en las Juntas de Guipúzcoa); en el PP para observar si se suma a los territorios en los que Rajoy gana votos con su forma de hacer oposición y en EA para determinar si desaparece definitivamente o sobrevive ayudada por su alianza con Alternatiba y con una nueva izquierda abertzale, de momento cuestionada.

Todos los partidos estarán obligados a leer cuidadosamente el veredicto de las urnas (porque si la izquierda abertzale se presenta finalmente o pide el apoyo para EA no debemos olvidar que en 2007 sus votos nulos representaron en Vizcaya 57.099 papeletas, en Álava 4.844 y en Guipúzcoa 72.880, erigiéndose en este último caso como la segunda fuerza en votos por detrás del PSE-EE y por delante del PNV).

La democracia tiene mucho de formas y de aritmética, de gobierno de mayorías y respeto de minorías. Pero no se agota en ellas. Se trabaje a partir del 23 de mayo en Ayuntamientos o Diputaciones. Tiene que ver, sobre todo, con la organización más conveniente de la convivencia de acuerdo con la voluntad de los ciudadanos. En una sociedad amenazada supuestamente por la polarización, resultará exigible una gestión postelectoral que suponga un valor añadido en términos de integración política y consolidación institucional. La euforia del triunfo, plenamente legitimada, debería dar pronto paso a la responsabilidad.

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