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Columna
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Muy sociable

Sí, tengo Facebook. Y Twitter. Tengo todo lo que mi edad y condición exigen para ser una persona socialmente activa en los tiempos modernos que corren. Cuesta, es verdad. Hay que estar dispuesto a invertir una buena cantidad de tiempo para que aquello dé sus frutos y poder tener un número decente de "amigos" y otro número aceptable de "seguidores". Lo que pasa es que a mí, personalmente, me importa un bledo lo de coleccionar gente. ¿Qué le vamos a hacer?

Con un poquito de observación, me he dado cuenta de que cada cual vive las redes sociales a su manera. Vamos, que son multiusos. Hay quien usa el Facebook para localizar a gente del pasado y mantener contacto con ellos. Muchos de éstos sólo tiene diez o doce "amigos", y son felices. Lo mismo pasa con los que usan el Facebook para ahorrar dinero en teléfono y comunicarse gratis con su cuadrilla. También están los que lo usan para ligar, que suelen poner en el perfil una foto de sí mismos con el torso desnudo. Éstos me dan un poco vergüenza, lo reconozco. A veces hasta se me suben los colores cuando los veo posar para sí mismos casi sin ropa. En fin, cada cual.

Luego están los que usan el Facebook para promocionarse profesionalmente. Éstos suelen ser personas públicas, gente del cine o de la tele, y suelen acumular la friolera de cuatro y cinco mil "amigos". Aunque sean amigos tuyos en la vida de carne y hueso, hacerse "amigo" virtual de ellos en el Facebook es una locura, una pérdida de tiempo. Cualquier cosa que cuelgues en su muro es una sentencia de muerte, porque sus "amigos" virtuales falsos empezarán a bombardearte a comentarios y será un sin vivir.

Sus fans suelen estar ávidos de hacerse notar y ellos mismos sólo cuelgan cosas aburridísimas, relacionadas exclusivamente con el trabajo. Claro que también suelen colgar autofotos en las alfombras rojas y los backstages del mundo. Sí, lo confieso, esto también me da bastante vergüenza. Ya sé que una parte fundamental de estas profesiones es mostrarse, pero no puedo evitar pensar que es demasiado obvio y obsceno hacerlo así, a bocajarro, sin disimular ni nada. Ciertas cosas me dan apuro.

Tampoco nos olvidemos del Twitter. Enorme, inabarcable, fascinante. Vamos, que no entiendo un pimiento de cómo funciona. No puedo entender que haya gente que publique una frase por minuto. ¿Cómo lo hacen? Qué barbaridad, parece que sólo vivan las cosas para poder contarlas. Qué arte. El Twitter es un concurso de ingenio gigante, un megaconcurso de popularidad on line. A veces, intento coger el ritmo y participar como los demás. Al fin y al cabo, se lo debo a mis tres seguidores. Pero me agoto. Soy más de comerme el helado que de describirlo.

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