Odón Alonso, director de la mejor época de la orquesta de RTVE
Estrenó en España más de 40 piezas, desde el repertorio barroco a Prokófiev
Mientras por las rendijas de las televisiones de este país se colaban los nuevos aires de La edad de oro, la movida, el colorido de la democracia y los claroscuros de la Transición, había espacio para otras cosas también. Todo parecía improbable y gobernado por la incertidumbre. Era cuando un señor amable, con batuta y melena discreta, nos recordaba que Mozart y Beethoven eran eternos.
Solía entrar los fines de semana, por las mañanas, desde el teatro Real y después el Monumental, al frente de la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española. Se llamaba Odón Alonso. Murió ayer en Madrid a los 86 años.
Había nacido en La Bañeza (León) en 1925 en una familia musical. Su padre, Odón Alonso I, era director de orquesta. Su hijo lo tuvo mejor para adentrarse en el mundo. El progenitor se alejó de los hornos de su familia confitera para aprender por su cuenta violín, violonchelo, piano y saxofón. Toda esa sabiduría la traspasó al hijo, que comenzó su carrera como concertista de piano hasta que en 1952 se hizo cargo de la orquesta y los coros de Radio Nacional.
Con Odón, la gran música buscó al público de cualquier estrato y edad
En dicha etapa, Odón no fue ajeno a lo que comenzaba entonces a ser parte irrenunciable en la carrera de un director: los registros sonoros. Así que engordó el archivo de la radio pública con todo tipo de grabaciones. Seguía el rastro de lo que se hacía en aquel momento por toda Europa, alentados por el impulso de los grandes directores de referencia, quienes descubrieron con eso el poder de expansión de un arte de incierto futuro que se consolidó, entre otras cosas, por vía de la discografía.
De ahí pasó a la Orquesta Nacional de España y a dirigir el teatro de la Zarzuela, entonces reabierto en la década de los cincuenta. No fue ajeno a ningún repertorio. Su empeño se centró en estrenar en la capital obras de cualquier época que no se habían escuchado antes. Cuando se encargó de la Filarmónica de Madrid, en 1960, estrenó más de 40 piezas que iban desde Pergolesi y Monteverdi a Stravinski y Prokófiev.
Pero la etapa que le dio más popularidad fue la que estuvo al frente de la Orquesta de Radiotelevisión Española, entre 1968 y 1984. Fue la más brillante de una formación que desde hace años no levanta cabeza. Con Odón, la música entró en un grado de popularidad centrado en la búsqueda de públicos de cualquier estrato y edad que luego no ha tenido apenas continuidad en el ente público, salvo casos como el de El conciertazo, dirigido por Fernando Argenta, otro gran divulgador de la música clásica.
Al salir, Odón recaló en Puerto Rico, cuya orquesta sinfónica dirigió hasta 1992. Tuvo una carrera internacional discreta pero intensa que se repartió entre América y Europa, donde dirigía habitualmente en Austria, Italia, Francia y Portugal.
Pero su recorrido por el mundo acabó por un tardío regreso a la tierra. En 1993 se hizo cargo del Otoño Musical Soriano, un pequeño espacio en el que conjugaba música y literatura con homenajes a Machado, Bécquer o Gerardo Diego.
Recibió numerosos premios y condecoraciones. Desde la Orden de las Artes y las Letras del Gobierno francés a la Medalla de Honor que concede la Sociedad General de Autores y Editores o la del Mérito Artístico y Cultural de la Universidad Complutense.
Su figura mereció hace ocho años un homenaje con el que muchos soñarían. Tal era el reconocimiento y la deuda que le profesaban. El Auditorio Nacional de Madrid acogió un concierto con cuatro de las orquestas que estuvieron bajo su batuta: la Filarmónica de Málaga, la Nacional de España, la Sinfónica de la RTVE y la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Fue uno de los grandes regalos que el mundo musical le rindió en vida.
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