Mariano Rajoy no es tonto
Este comentario, como el debate social y mediático, además del parlamentario en las Cortes valencianas, debieran girar en torno a los asuntos que realmente apremian, como el desempleo y la inoperancia del Gobierno del PP para aliviarlo, la falta de perspectivas y propuestas para emerger de la crisis económica que nos aflige, el vergonzante fracaso escolar, la morosidad e insuficiente dotación de un sistema judicial puesto a menudo en la picota, los cohechos y otras trapisondas que nos han situado como un referente estatal de la corrupción, y hasta las dudosas ventajas de un régimen autonómico que ampara insidiosas persecuciones como la que padece TV3 en esta comunidad en defensa no tanto de una inicua legalidad como de la bochornosa televisión autóctona, así como una larga nómina de motivos que el lector puede sin duda colmar.
Sin embargo, pronto hará dos años que el aludido debate y la opinión pública y publicada fue acaparada -y en ello seguimos- por las aciagas vicisitudes de nuestro presidente de la Generalitat, que esta misma semana ha tenido que emplearse a fondo para forzar de su alto estado mayor madrileño lo que ha terminado siendo un sibilino y mortificante reconocimiento de su preeminencia, pero en absoluto una confirmación de su candidatura. Esta tendrá que esperar. A los mandamases de la calle Génova -sede central del PP- no les conmueve que Francisco Camps, como este mismo proclama con la insistencia de una matraca, sea el gobernante más votado, lisonjeado, viajado e incluso trajeado. Pero, como es sabido, sobre él pende la imputación de un delito que puede agravarse con otros cargos de mayor entidad penal y eso frena el espaldarazo definitivo.
Como ha dicho con su habitual finezza el presidente provincial del PP, Alfonso Rus, "Mariano Rajoy no es tonto", lo que podría dar pie a una tesis doctoral, pero que en este caso, a diferencia de lo que pretende expresar el mentado cofrade, sugiere que el máximo líder popular, consecuente con su raigambre gallega, es lo bastante hábil y cauteloso para no formalizar un compromiso que muy bien puede convertírsele en un muerto político. Hoy por hoy prefiere ir suministrándole placebos edulcorados y aguantar con melindres el hemorroide partidario que ha terminado siendo el impacientado dirigente valenciano. Y, además, sin correr riesgos electorales, si hemos de darle crédito a las sucesivas encuestas que, a pesar de los pesares, prolongan por estas tierras la hegemonía de los conservadores. De ello se colige que si las trapisondas, tramas delictivas, saqueos y escándalos no han desalentado a los votantes de derecha, menos o nada les influirá que se les remoce la candidatura autonómica con caretos nuevos y limpios de sospecha.
O sea que, como venimos reiterando desde la primera trola que le fue desvelada a propósito de la dichosa indumentaria, el molt honorable perdió los papeles y, al filo de sus propias palabras, "solo faltan uno o dos escaloncitos (y) toda esta cuestión tan extraña, absurda y estrafalaria habrá pasado al pasado de nuestra realidad". No es una frase que merezca ser esculpida por su corrección sintáctica, pero sí fue premonitoria de esta otra: "Sueño con ser expresidente... en su día". Ese día está al caer, mal que le pese a sus palmeros y entonces quizá podamos ocuparnos de los asuntos que de verdad interesan y no de las desventuras de quien no ha sido un gobernante cauto, ha pecado de demagogo y no ha dado ni mucho menos la talla que prometía como demócrata.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.