Marina, escritor e inventor de una "berza tragicómica"
"Tengo una ventaja competitiva, soy escritor e inventor de berzas", sostiene el filósofo José Antonio Marina (Toledo, 1939) en su estudio madrileño, rematado con un envidiable "jardín urbano". "Toda mi vida depende de que esa berza deje de tener un aspecto tragicómico", bromea el pensador, a la espera de que su variedad, Emperatriz de las Jaras, estabilice sus características físicas para poder registrarla. Su lugar de trabajo, soleado y espacioso, no está abigarrado de libros como corresponde a un pensador. "Me cuesta mucho trabajo dominar mi biblioteca y tengo un piso entero dedicado a los libros. Para cada obra que escribo consulto unos cuatrocientos títulos de bibliografía especializada", calcula Marina, familiarizado con los volúmenes desde la infancia. "Mi cuarto de juego era la biblioteca de mi abuelo, filósofo. Utilizábamos sus libros para levantar fortalezas. En las bibliotecas públicas tenía que haber un espacio en el que los niños jugasen así", propone. No para. "Lo recomiendo. La depresión es la ausencia de proyectos. Con uno solo no aprovechas bien los mensajes que te van mandando las cosas. Desde la escuela infantil hay que fomentar que se tengan proyectos. La vida es más intensa y divertida. Herralde no sabe nunca qué le voy a mandar. Hasta tres o cuatro meses antes no lo sé yo, porque hay varios en la cocina". En su opinión, "los intelectuales trabajan poco" y eso de la inspiración es "un mito". Sigue la recomendación de Gregorio Marañón, vecino de cigarral en Toledo. El médico y prolífico historiador le explicó: "Yo soy un trapero del tiempo. Hay muchos retalitos de minutos que la gente no aprovecha y yo sumándolos saco dos horas más al día". Desde luego Marina lo exprime. El pasado año publicó tres títulos: Las culturas fracasadas (Anagrama), sobre la inteligencia compartida, surgida de la interacción de los individuos; La educación del talento (Ariel), con el que no se nace sino que se adquiere con dificultad, e Historia de la pintura (Espasa), un recorrido artístico para pequeños ilustrada por Mingote.
Además, el filósofo gestiona Universidad para Padres, un proyecto digital, con 2.100 inscritos y 15.000 en espera, que funciona como "una escuela para aprender a educar desde la gestación a los 16 años del niño". "En los últimos 50 años hemos pasado de una educación autoritaria -basada en el sentimiento del deber- a una actitud permisiva, asentada en el derecho y la libertad que van separados. Por eso se dan verdaderas aberraciones. Tenemos unos niños vulnerables y pasivos, y hay que hacer algo".
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