Pequeños pellizcos
El debate que el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, y la exconsejera de Justicia Montserrat Tura mantuvieron ayer en EL PAÍS fue de guante blanco y de escasas diferencias programáticas. Pero a los atentos seguidores de la vida política y de la ciudad no se les escapó algún que otro pequeño pellizco. No llegaron a ser pellizcos de monja, esos retorcidos que acaban causando moratón, pero sí pequeños pellizcos. Eso sí, lo hicieron discretamente y con la sonrisa en la cara los candidatos a encabezar la lista socialista por Barcelona en las próximas municipales.
El guión común obligaba. Por eso salieron, seguramente, defraudados del debate quienes esperaban a un recio representante de la socialdemocracia pata negra zarandeando a un tibio social-liberal. El debate entre Tura y Hereu fue exquisito y solo apto para amantes de los matices vaticanos, algo ajeno a la izquierda de brocha gorda.
La exconsejera se refirió reiteradamente a los sensores que piden un cambio. "Hay que prestar más atención a lo que gente dice", subrayó Tura en referencia al bajón que sufre el alcalde y el PSC y en las encuestas realizadas en Barcelona. Hereu contraatacó con un "a veces los sensores están en las nubes, no son fijos y cambian con el tiempo". Veladas alusiones a las aspiraciones de su contrincante que busca el peldaño de las municipales de Barcelona para encaramarse a la cúpula del PSC en el congreso del próximo otoño.
Otro de los contrastes del debate estuvo en la prostitución. Tura se mostró favorable a la "valentía para regularla" y Hereu (aquí en papel apparatchik socialista), partidario de una legislación estatal que la prohíba en los espacios públicos. No obstante, ninguno de los dos se mojó a la hora de mostrar o no la necesidad de regularla, por ejemplo, en algo tan municipal y tan concreto como la propuesta que hizo la exconcejal socialista Itziar González en el plan de usos de Ciutat Vella, que finalmente decayó.
La exhibición de conocimiento ciudadano que mostró el alcalde chocó con el perfil político del que hacía gala la candidata. Hereu es el apóstol de la gestión que reviste de ideología socialdemócrata. Tura, en cambio, es el caparazón político que precisa el relleno del conocimiento ciudadano. El alcalde defiende la ciudad como referente del área metropolitana, la exconsejera la gran Barcelona en toda su extensión, con igual rasero para la ciudadanía del cinturón que la del centro de la capital catalana.
A este juego de suaves matices intentaron dar color las preguntas de los asistentes. "¿Quién de ustedes es el candidato del aparato?" Silencio. Nadie se consideró digno de ese cartel. Que a uno se le atribuya el apoyo de la federación de Barcelona y a la otra de la dirección nacional del partido son leyendas urbanas. Tura negó categóricamente cualquier proximidad al aparato. Hereu se limitó a hablar de la movilización de los militantes y simpatizantes y subrayó: "ya sé que a los periodistas les gusta hablar de aparatos... y haberlos, haylos".
El gran resbalón se produjo al prácticamente concluir el debate. Tura cifró un "sueldo normal" aquel que se encuentra entre los 2.200 y los 2.500 euros mensuales. Las exclamaciones de admiración entre el público se dispararon. Luego a través de Twitter rectificó el tiro y lo situó en la renta media familiar. Pero los sensores sociales ya habían registrado para la posteridad ese magnífico aumento del sueldo medio.
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