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RESERVA FEDERAL

Usar en caso de emergencia

La dimisión de Kevin Warsh como gobernador de la Reserva Federal elimina a uno de los asesores más allegados al presidente Ben Bernanke (y casi con certeza al más partidario de la línea dura dentro de su círculo cercano). Si las políticas actuales generan una inflación similar a la de 1970, como predicen muchos de los que critican a Bernanke, Warsh podría estar bien situado para asumir el cargo, como hizo Paul Volcker en 1979.

Aunque Warsh ha respaldado a su barbudo jefe en política monetaria, como es tradición en la Fed, el juvenil ex banquero inversionista ha dejado clara su preocupación por la política financiera reciente, y en noviembre escribía que "la cortedad de miras crónica a la hora de dirigir la política económica ha contribuido en gran medida a dejarnos en esta lamentable situación". El republicano Warsh, que es tanto un halcón fiscal como un defensor de un mayor ahorro, ha dicho que cree que "una política fiscal sólida debe hacer algo más que volver a familiarizar a los consumidores con sus antiguos malos hábitos". También ha afirmado que "en las circunstancias actuales, la política monetaria responsable tiene que prestar atención no solo a las condiciones macroeconómicas a corto plazo, sino también a los riesgos añadidos a largo plazo".

De modo que la inminente marcha de Warsh podría dar la impresión de privar a Bernanke de un colaborador intelectual antagónico y reforzar la posición de las palomas en la Reserva. Sin embargo, suponiendo que no abandone la escena de la política monetaria para aspirar a un cargo político o volver a Wall Street, es una especie de arma secreta para los halcones, en el caso de que las actuales políticas provoquen un repunte de la inflación con sus correspondientes tribulaciones.

Fuera de la Fed estará mejor situado para defender la causa de la austeridad monetaria que si siguiese perteneciendo a la entidad, donde el poder es compartido. En último caso, si un rebrote de la inflación o una quiebra del mercado financiero destruyese la credibilidad de las políticas de la Reserva, Warsh estaría disponible como sustituto, bien cuando finalice el mandato de Bernanke en enero de 2014 o antes, en una crisis. Eso es lo que sucedió cuando Paul Volcker fue nombrado presidente de la Fed para sustituir a G. William Miller, quien había perdido la confianza de los mercados de bonos. Como republicano reconocido, es de suponer que Warsh sería descartado por el presidente Obama. Pero a sus 40 años es en cierto modo un polluelo. Los defensores de una moneda más fuerte que tenían la sensación de carecer de un posible sustituto para Bernanke (Volcker nació en 1927) podrían encontrar socorro en la decisión de Warsh.

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