Messi y Cristiano, puro espectáculo
Argentina derrota a Portugal en un choque para el lucimiento de sus estrellas
La mercadotecnia deja pocas cosas en manos del azar y establece sus propias realidades. Los dos mejores jugadores del momento, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, tenían un duelo pendiente. Nunca se habían enfrentado con sus selecciones. Las televisiones y los imperios de Adidas y Nike decidieron saldar la deuda reuniéndoles en un territorio neutral.
El estadio de Ginebra se convirtió en el escaparate de una tienda de lujo para que Argentina y Portugal midieran sus fuerzas y, sobre todo, lucieran sus joyas. El controvertido Máximo Busacca dio el pitido inicial justamente después de que el heptacampeón mundial de fórmula 1, Michael Schumacher, realizara el saque de honor que completaba la parafernalia incluida en el lote.
ARGENTINA 2 - PORTUGAL 1
Argentina: Romero; Zanetti (Lucas Biglia, m. 62), Burdisso, Milito, Rojo; Mascherano, Cambiasso (Gago, m. 78), Banega (Zabaleta, m. 61); Di María (Pastore, m. 65), Messi y Lavezzi (Juan Martínez, m. 83).
Portugal: Eduardo (Rui Patricio, m. 46); João Pereira, Rolando, Bruno Alves, Coentrão; Martins (Machado, m. 83), Meireles (Veloso, m. 78), Moutinho; Nani (Quaresma, m, 59), Hugo Almedia (Hélder Postiga, m. 60) y Cristiano Ronaldo (Danny, m. 60).
Goles: 1-0. M. 14. Di María, a pase de Messi. 1-1. M. 20. Cristiano Ronaldo, a dejada de Almeida. 2-1. M. 89. Messi, de penalti.
Árbitro: Massimo Busacca (Suiza). Amonestó a Quaresma, Gago y Veloso.
30.000 espectadores llenaron el estadio de Ginebra, en Suiza.
Alejados del vértigo de la competición oficial, ambos desplegaron lo mejor de su catálogo
Bento retiró a CR a los 60 minutos y apagó la música. Leo apuró la fiesta hasta el final
La reventa alcanzó los 600 euros y las 33.000 entradas se agotaron después de que Batista y Bento confirmaran la presencia en el campo tanto de Messi como de Cristiano durante al menos una hora. Solo falló un detalle. El tapete presentaba un aspecto deplorable con calvas, baches, zonas heladas y un verde alicaído. Impropio de una cita tan glamurosa. Pero no valían excusas.
Argentina salió decidida a descorchar el partido y Di María se coló en la fiesta. La fibra del extremo madridista retiró de un plumazo la escarcha en la gélida noche suiza. Primero, con un tiro escorado. Después, poniendo colofón a la primera perla de La Pulga. A los 10 minutos, Messi recogió el balón en los tres cuartos del campo y, desde el perfil izquierdo, fue sorteando rivales con la pasmosa facilidad de costumbre. Cuando dio por concluido el eslalon, se entregó a la sutileza con un pase picado entre los defensas portugueses para que Di María cruzara la pelota ante la inconsistente salida de Eduardo.
El diez y el siete se sabían en el centro de los focos y, una vez asumido el reto personal, el guión marcaba la réplica de Cristiano. Esta llegó más por casualidad que por la acumulación de méritos. El caracoleo de Nani en el balcón del área hipnotizó a la curtida zaga albiceleste y el centro del extremo lo descolgó el bigardo Almeida. La pelota quedó muerta en la boca de gol y Cristiano remachó anticipándose a la salida de Romero.
Aparcó entonces el delantero madridista su gesto crispado: era su primer gol ante Messi después de siete enfrentamientos. Ambos se entregaron al espectáculo. Ninguno quería defraudar y, alejados del vértigo de la competición oficial, desplegaron lo mejor de su catálogo. Galopadas, conducciones academicistas y lanzamientos de falta se sucedían para deleite de una grada que completaba la escenografía haciendo la ola.
Los 20 jugadores restantes entendieron su papel secundario en la representación y se aplicaron con humildad a la intendencia de sus respectivos genios. Pero, pasados 60 minutos, Bento apagó la música. Retiró a Cristiano, salió Danny y arrancó el carrusel de cambios que distingue las pachangas, por lustrosas que parezcan, de los duelos a vida o muerte.
Portugal entendió el mensaje y se replegó para comenzar a recoger los restos de la fiesta. El grupo de Batista, hambriento de prestigio, aprovechó la distensión de las filas lusas para buscar la victoria con Leo apurando hasta el final. Antes de echar el telón, en el último minuto, Coentrao cometió un penalti por reiteración y dio pie a que Messi otorgara la victoria a Argentina desde los 11 metros. Al tiempo, empataba con Cristiano.
Por encima del resultado, ambas selecciones mantuvieron un vigor y un tono apreciables. El mismo que les permitió zarandear a la campeona del mundo en Buenos Aires y Lisboa. El que dio lustre y boato al verdadero duelo de la noche. Cristiano-Messi. Puro espectáculo.
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