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Reportaje:CRÓNICAS DE LA PASARELA / Y 3

'Delirium tremens'

Miquel Suay cierra la Semana de la Moda de Valencia

Me voy a esa estructura infinita que es el Ágora, que hoy echan la última jornada de la Semana de la Moda. Allí me encuentro con Reneé López de Haro, estilista king size de EL PAÍS Semanal, que me insiste en la importancia de los jóvenes como "presente de la pasarela". Uno se halla tentado a etiquetar a la Zona D de la Semana de la Moda de Valencia con un categórico "vivero de diseñadores" o "laboratorio de propuestas". Demasiado obvio. Y ya no toca. La mezcla de estilos es zona de riesgo que ha ido engendrando sus propios vicios expresivos. Pero con un corpus ideológico bastante interesante. Con los desfiles fractales de la jornada de cierre de esta pasarela, los blogueros salivan, los estudiantes de diseño se dejan los dedos opinando en 140 caracteres, y los amigos facebookeros, que son la tira, hacen mucho ruido; pero lo que domina el conjunto es un embarullamiento de tendencias fuera de control que, inevitablemente, hace añorar un poco de serenidad y coherencia. El ruido parece la banda sonora de todas las presentaciones. A partir de ahora, ya digo, toca apaciguarse. Om mani padme hum. El mantra a repetir para reconciliar la moda consigo misma y con el paraíso del consumo. Que una cosa es la actitud cultural, tan vanguardista y estilosa, y otra las garras de la sociedad de consumo.

Increíblemente, el público se traga la pastilla sin rechistar

Pero enfrentémonos a los desfiles a pecho descubierto. La mañana se saldó con el factor desconcierto como estado biotópico: Nerea Lurgain se acercó a la modalidad espejismo punk para consumo del gran público; Alfred Besora (The Duke) se atrevió con los uniformes más asépticos (la salida de la modelo dopada no tenía precio como ejercicio lisérgico); Cecilia Renau hizo un homenaje daltónico a El rayo verde de Rohmer; y a Penélope Almendros se le dispararon los volúmenes con la melancolía retrofuturista como excusa. La tarde fue más de lo mismo pero con fotos, anécdotas y famosos Serie Z, que nos venden la moto de la proyección mediática con el casco y todo. Increíblemente, el público se traga (sin rechistar) la pastilla.

Asta Masiulyte le dio al ganchillo; Die Kosmonautin Laika fue testigo único de la cultura amish; Guillermo del Mar se decantó por el tornasolado delirante y los lazos a lo Dior; y destacó, con diferencia, Maudit (Premio Diseñador Joven Zona D) con un trabajo simétrico, de formas superpuestas en lana y algodón todo en total-black. Sensaciones bipolares en el sartorialismo masculino contundente. Vuelta a los diseñadores residentes: Retal Reciclaje Creativo se centró en la estética nómada, con una paleta muy natural, y unos resultados diversos en los volúmenes. Conciso, escueto, british y muy acertado fue el trabajo de Georgina Vendrell. El clasicismo como punto de partida del armario masculino pero con toques transgresores. Sin olvidar que la diversión también cuenta.

Julio Almiñana, reaparece como Ja! y con una colección virulenta y de patronaje enloquecido. Recupera los pantalones de pitillo para ellos. Glups. Paolo Coppolella, ex Retal Reciclaje, presenta un trabajo en el que se cifra la identidad creativa de este diseñador. Paolo dibuja con un pulso menos rígido y más irónico, y se permite algún capricho de romántica delicadeza. Sus hombres se vuelven más insólitos arropados en lana y felpa.

La semana de la Moda de Valencia se clausuró con el desfile de Miquel Suay, que tras su paso por la 080 de Barcelona, presentó una colección muy oriental, Haiku, referencia pertinente donde las haya en este trabajo que concilia paleta, patronaje y denso sustrato asiático. Por cierto, el trabajo impecable, y sin fisuras, de Juan Vidal fue galardonado con el Premio a la Mejor Colección.

Un momento del desfile de Julio Almiñana.
Un momento del desfile de Julio Almiñana.JOSÉ JORDÁN

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