'Intermezzo' de moda
Escaso riesgo creativo y poca originalidad en la segunda jornada
Escribía Francisco Casavella que en el infierno hay un lugar reservado para quienes empiezan sus artículos con una cita. Para allá vamos de cabeza. Empezamos. Ya lo dice el refrán: lo bueno, si breve, dos veces bueno. No es el caso de la segunda jornada de la Semana de la Moda de Valencia, con las propuestas para el próximo otoño/invierno, en la bigger than life alicatada Ágora: sucesión de desfiles con la sombra del sopor demasiado cerca. Confusión, ausencia de riesgo creativo y originalidad en monodosis. Con lo bien que había comenzado esta pasarela, va y en su segundo día pierde el trazo. Nadie sabe lo que ocurre y eso es lo que ocurre. Por lo tanto, es complicado ver lo que ocurre. Un lío.
Con lo bien que había empezado y al segundo día pierde el trazo
Gabriel Seguí parece empeñado en salir de su particular nicho estético, reciclar a su público fiel (que lo tiene y tanto que lo tiene, solo había que ver el coro de Eurípides de pelo cardado que ocupaba el front row) y reclamar asilo cool para sus colecciones en un mundo fashion alejado de los cínicos perímetros de la distribución comercial (que todo es cuestión de hábito, como bien saben los monjes). Y en esa disección heterodoxa andábamos cuando salta a la pasarela, de la mano de Virtudes Langa, una colección en negro riguroso. Seguí nos presenta una mujer sexy, urbana y chic (sic) envuelta en napa como base con apliques de pelo. Abrigos largos, toques oversize, y ponchos.
Por la tarde, Encarnis Tomeo ampliaron, tímidamente, la paleta de colores sobre la pasarela. Aunque lo más interesante fueron sus incursiones al negro. Pantalones tobilleros y bermudas, faldas ceñidas, y tableadas. Siglo Cero apostó por colores neutros como el gris, el beige y el tierra. Jaime Piquer se decantó por el constructivismo ruso, un punto de partida tan prometedor como complejo y venturoso. Como una ruleta. O como una ruleta rusa. ¡Pim pam! Piquer apuesta por simples formas geométricas, a las cuales pueden ser reducidas todas las formas naturales. El resultado, prendas elaboradas con una doble visión, reconstruidas sobre una base más sencilla. Todo resuelto en negro, rojo y blanco. Escarbando en estas referencias, podríamos parodiar aquella foto de George Grosz y John Heartfield sosteniendo una pancarta gritando: "La moda está muerta. ¡Larga vida al arte de la máquina de Inditex!". Sí, bueno, ok, todo esto puede quedar muy metafórico, pero es que la grada es cascada de reflejos. La de Valencia es iPhones y H&M. Al cabo de unos minutos de contemplación te asola un estado de desasosiego. Familiares, amigos non stop y estudiantes pasando la tarde. Aquí cada uno a lo suyo. Y que viva la autocomplacencia. Pero, ¿el éxito de una pasarela se debe calibrar por el índice de ocupación de asientos? En fin.
Cerró esta segunda jornada el desfile de Álex Vidal. El diseñador se acerca, en su peculiar peregrinar referencial, al frío germano con la colección Checked Point Charlie, seducido no solo por la fuerza de su sugerente y enigmática historia, sino también por la abrumadora fuerza de su estilo castrense. Un trabajo forjado en hiriente azul navy, verdes militares, camels medidos y esplendorosos materiales. Las asimetrías aparecen en todas sus variantes creando formas nuevas. Piezas superpuestas en vestidos y faldas que juegan con el volumen al estilo de la casa. Auf Wiedersehen amigos.
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