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Columna
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El Bundesbank, esa catástrofe

Xavier Vidal-Folch

El fondo de rescate bancario español (FROB) ha prestado hasta hoy a las cajas 11.538 millones de euros.

Alemania ha comprometido dinero público para sus landesbanken -los bancos regionales públicos en que se agrupan las cajas- por casi medio billón de euros: 452.000 millones, entre 2008 y 2009.

Hay alguna diferencia, ¿no?

El alemán Hypo Real State fue nacionalizado en 2008. Fue el peor banco europeo según los exámenes de solvencia del pasado verano. Los tests organizados por el supervisor federal, el Bundesbank, destacaron entre los más opacos y de exigencias más flácidas de toda la UE.

Los 11 landesbanken pasaron a 10: se fusionaron el Sachsen y el Baden-Wurtenberg, pues el primero estaba tocado de muerte por las hipotecas tóxicas norteamericanas: ya en 2007 las cajas le hicieron un boca a boca por 17.300 millones. Todos están en reconversión.

Alemania pone medio billón de euros para salvar su banca regional: ¿quién la supervisaba?

Al IKB, Banco de Industria Alemán, mixto, se le tuvieron que inyectar 8.100 millones de euros también en 2007, por iguales divertimentos en el perverso fondo Abacus en el que Goldman y Paulson fueron cómplices. Los aportó el KfW, Banco de Crédito para la Reconstrucción y el Desarrollo, público. Al IKB se le conocía en Nueva York como el de "los estúpidos alemanes de Düsseldorf": tragaban toda la porquería que conviniese.

El regulador norteamericano (FINRA) multó al gigante Deutsche Bank, presidido por el amigo de Merkel y asiduo de La Moncloa Josef Ackermann, por maquillar sus datos en iguales y tan nobles tareas.

Otros privados también ingirieron hipotecas subprime. Un coloso como el Commerzbank reconoció aquel año haberlas comprado por 1.200 millones de euros, perdiendo al menos 80 millones.

Todo eso sucedía antes del estallido de Lehman Brothers. Y luego fue aún peor.

El esplendoroso capitalismo renano se había basado, como el español, en el compromiso industrial de la banca, mientras que el anglosajón financió principalmente sus empresas mediante la Bolsa.

Cuando la banca de inversiones norteamericana paseó su vanidoso glamour por los mercados, cajeros y banqueros luteranos y calvinistas aprendieron a hacer dinero fácil sin necesidad de picar piedra. Así, los landesbanken alemanes de todos los colores políticos, disparaban con pólvora del rey: se endeudaban para comprar activos complejos de apariencia muy rentable, y a la postre tóxicos.

Bruselas se percató y en 2005 persiguió las ayudas de Estado a esas entidades. Antes de volver a labrar recto, aprovecharon el último minuto para invertir fuertemente en inmuebles y distintos productos derivados de la banca... irlandesa.

La supervisión de los bancos alemanes la realiza el banco central, el Bundesbank, de fama mundial y pretensión de rigor intachable. Esa catástrofe. Su presidente se llama Axel Weber. Es el gran favorito para suceder a Jean-Claude Trichet como presidente del Banco Central Europeo.

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