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Crónica:TENIS | Abierto de Australia
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ferrer escala ante un Nadal herido

"A partir del segundo juego, fue como el título del libro: Crónica de una muerte anunciada". Toni Nadal habla después de ver cómo David Ferrer vence 6-4, 6-2 y 6-3 en cuartos del Abierto de Australia a Rafael Nadal, su discípulo y el número uno; cómo el tenista alicantino golpea y golpea al mallorquín con su derecha de plomo; y cómo, tras los dos primeros juegos, que duraron 23 minutos, el mejor tenista del planeta está por debajo en el marcador (0-2), dolido en la pierna izquierda, que acabará vendada, y camino, pese a las embestidas de su orgullo herido, de la derrota. Cuando el encuentro es interrumpido por los fuegos artificiales del día de Australia (1h 29m), ya se sabe que Nadal, los ojos llorosos, la cara hecha un quejido y la mirada siempre en su banquillo, no podrá ganar cuatro grandes seguidos, lo que no logra nadie desde el australiano Rod The Rocket Laver, en 1969.

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"Rafa tuvo un problema, pero yo fui consistente y muy agresivo", dijo Ferrer, que mañana se enfrentará al británico Andy Murray, verdugo del ucranio Dolgopolov, en sus segundas semifinales grandes, tras las logradas en el Abierto de Estados Unidos 2007. Habla Ferrer, que vivió el encuentro entre el convencimiento de su agresiva propuesta y las dudas nacidas del estado físico de su amigo (se dejó recuperar el break inicial; cedió uno cuando servía para la primera manga; perdió el saque al comienzo del segundo; y superó dos puntos de break cuando ya iba delante en el tercero), mientras Nadal se hace una ecografía en el club junto al doctor Cotorro. Rotura de fibras en los isquiotibiales de la pierna izquierda fue el primer diagnóstico. El número uno, sin embargo, eligió no hablar mucho.

"Por respeto al ganador", dijo, "prefiero no hablar de la lesión. Le felicito y espero que gane. Para mí es un día difícil. Parece que siempre tengo problemas cuando pierdo, y no quiero tener esa imagen. Odio las retiradas. Odié retirarme aquí el año pasado [también en cuartos, ante Murray] y no quería repetirlo. Me retiro cuando no puedo más de dolor, cuando mi nivel es cero y no puedo correr".

"Todo ocurrió tras un mal movimiento", dijo Toni Nadal, que ahora volverá a evaluar el calendario de su sobrino, que no iba a competir hasta el Bélgica-España de Copa Davis, en marzo. "Está triste. Nos dijeron que tras la gripe que pasó en Doha era más fácil lesionarse. A la bola con la que logró el break del tercer juego ya corrió sin forzar".

La crónica de esa muerte anunciada se escribió así. Durante 23 minutos, sudoroso y cariacontecido, Nadal saca a más de 200 kilómetros por hora, impecable en la puesta en escena, y ve cómo esos misiles son suaves invitaciones para los restos de Ferru, el tenista de hierro. En esos durísimos intercambios de su primer servicio, el segundo juego del partido, Nadal siente algo raro. Pierde el saque. Corre luego extrañamente para cerrar el punto que le permite recuperar la rotura (2-1). Acude a tratarse al vestuario e inicia un baile de visitas del fisio (cuatro), gestos mohínos y diálogos con los suyos.

-"No puedo correr", le dice a su tío mientras salta como un boxeador en su esquina.

-"Haz un esfuerzo, a ver si hay un milagro", le responde Toni Nadal.

"Y no lo ha habido", reflexiona luego el entrenador; "el dolor era demasiado". Nadal se quedó sin el sueño de los cuatro grandes seguidos. Ferrer, listo para morder y correr (44 golpes ganadores y 32 errores no forzados), a dos pasos de una hazaña: ganar su primer grande.

Nadal se lamenta en uno de los parones del partido de cuartos contra Ferrer.
Nadal se lamenta en uno de los parones del partido de cuartos contra Ferrer.REUTERS

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