De verdades, puños y perogrulladas
Este extracto de las 1.000 portadas posibles de Babelia permite deducir varias consideraciones generales y evidentes. En primer lugar, el carácter multidisciplinar del suplemento. Son portadas de literatura, música, arte, fotografía, arquitectura, diseño, moda, teatro, cine y pensamiento. Remiten en la mayoría de los casos a individualidades, a nombres propios que por una u otra razón estaban en ese momento en la cresta de la ola. Naturalmente, también hay homenajes a una vida y una obra al margen de su actualidad inmediata y las hay con contenidos temáticos. En resumen: hay de todo como en botica. Un suplemento cultural de un diario de información general tiene poco que ver con una revista especializada de libros. En el primer caso se pretende opinar sobre los temas y novedades del ámbito cultural con un criterio flexible y sin desdeñar los fenómenos de masas, desde grandes éxitos editoriales a exposiciones en las que las inmensas colas se convierten en sí mismas en noticia, de Elias Canetti a Stephen King, o de Cole Porter a Camarón. Las revistas especializadas, por su parte, pueden ser inflexibles en su canon, alardear de un criterio coherente al margen de las modas y éxitos del mercado, incluso aplicar un cierto dogmatismo. Es su riesgo y su privilegio. Y pese a que esta distinción es casi perogrullesca, probablemente es la que ha generado más críticas y polémicas respecto a Babelia. En un país en el que se publican en torno a 15.000 novedades bibliográficas de ficción al año (más de 40 diarias), es imposible siquiera dejar constancia de su aparición en el mercado. Se impone, pues, una radical selección y, como toda selección, es discutible y con frecuencia injusta. A lo largo de estos años es probable que se hayan dejado de comentar libros, exposiciones, discos, edificios y películas que no se merecían el silencio. Incluso es posible que se hayan comentado hechos culturales que sí se lo merecían, pero lo que se ha tratado de evitar es el sectarismo y la arbitrariedad. Aceptar las sinergias de un grupo vinculado a la industria editorial desde su fundación (EL PAÍS tuvo a José Ortega y a Jesús de Polanco como sus primeros presidente y consejero delegado, respectivamente, es decir, a los creadores de Alianza Editorial y Santillana) es tan de recibo como el soportar las múltiples presiones de la industria editorial en favor de sus novedades. El marketing se ha convertido en una pieza fundamental del lanzamiento de un libro y ello porque hace tiempo que la galaxia Gutenberg ha entrado de lleno en el territorio del libre mercado y sus implacables leyes hasta el punto de identificar lo más vendido con lo mejor. Son, ciertamente, verdades de Perogrullo que un suplemento cultural de un diario de información general debe tener en cuenta constantemente, y los que hemos trabajado en Babelia durante años así lo hemos intentado hacer. Éxitos y errores, intuiciones acertadas y torpezas, de todo un poco, pero con el ansia de ser honestos, flexibles, rigurosos y veraces.
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