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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Trampas y humos en la calle

Salir a fumar a la calle es en Barcelona y Madrid una opción de doble riesgo. Nadie garantiza que en los recintos cerrados no se cuelen las partículas contaminantes que flotan en el viciado aire de ambas ciudades, pero fumar en la calle sí ofrece la garantía de una doble dosis de humo altamente nocivo para la salud: el del cigarrillo y el que expulsan los tubos de escape de los cientos de miles de vehículos que recorren las metrópolis.

El aire que respiran los madrileños y los barceloneses, sobre todo los del centro, está muy contaminado y, además, supera los límites establecidos por una directiva europea que acaba de entrar en vigor. No es una realidad que sorprenda demasiado. Los ciudadanos de ambas urbes llevan tiempo sufriendo la altísima contaminación. En Barcelona se han tomado algunas medidas para mejorar la calidad del aire imponiendo restricciones al tráfico rodado. En Madrid no, aunque sí se han peatonalizado algunas calles del centro. Las cifras, con todo, no mejoran lo suficiente.

Algo, sin embargo, está cambiando en el Partido Popular de Madrid para que la concejal de Medio Ambiente, Ana Botella, haya admitido que se incumple la normativa europea. Hasta hace nada, y ante la inminencia de la entrada en vigor de la norma europea, el Ayuntamiento, además de no poner nunca en marcha los diversos planes municipales de mejora de calidad del aire presentados a bombo y platillo ante la prensa, adoptó artes propias del trilero. ¿Que hay mucha contaminación? Pues se retiran los medidores de las zonas más contaminadas y se acabó el problema.

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Incluso con trampas y según cifras oficiales, el aire de Madrid mejoró el año pasado, pero tenía como media 44 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico, cuatro más de lo permitido. La realidad es, obviamente, mucho peor. Baste saber que en Barcelona los datos oficiales hablan de 50 microgramos; diez más de lo permitido.

Pero que no cunda el pánico porque tanto la Generalitat como el Ayuntamiento de Madrid ya tienen la solución: pedir a Bruselas una moratoria. Todo, menos tomar medidas drásticas contra el tráfico como han hecho otros.

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