Fínez, la pasión por lo humano
El Gobierno entrega hoy a título póstumo el Premio Manuel de Irujo al viceconsejero de Justicia - Juristas y políticos recuerdan al fallecido juez
"De inteligencia sobresaliente y cultivada, fiel a sí mismo, de rectitud insobornable, pragmático y siempre comprometido, cercano y empático, sin un átomo de petulancia, parecía inmune al pesimismo o descreimiento circundante. Ciertamente, era un ser humano notablemente excepcional, un estímulo para los que estaban a su alrededor, un entrañable amigo con el que compartir mesa o conversación era un placer y una inyección de vida". Estas elogiosas palabras de Adela Asúa, recién elegida magistrada del Tribunal Constitucional, sobre José Manuel Fínez resumen de una forma u otra las consideraciones que amigos y compañeros de la judicatura y la política hacen de quien fuera viceconsejero de Justicia entre mayo de 2009 y su fallecimiento el pasado 15 de octubre víctima de un infarto.
Ibarra destaca las "convicciones morales profundas" del viceconsejero
"Era excepcional", afirma Adela Asúa, magistrada del Constitucional
Su trayectoria, comprometida siempre con la Justicia, será reconocida esta tarde por el Ejecutivo autónomo con la entrega del Premio Manuel de Irujo en un acto celebrado en el atrio del Museo Guggenheim que presidirá el ministro de Justicia, Francisco Caamaño.
Uno de los rasgos que más resaltan quienes le conocieron es que los cambios que fueron sucediéndose en su vida profesional nunca alteraron su actitud positiva ante la vida. En palabras del presidente del Tribunal Superior de Justicia, Juan Luis Ibarra, "de su carácter, lo más destacable era su gusto sonriente por los empeños colectivos. Siempre le vi actuando en grupo: en el grupo de Ithaca del que luego nacería Gesto por la Paz; en la Asociación de Objetores de Conciencia; en el claustro universitario; en la junta de jueces de los juzgados de Bilbao, con el equipo de la consejera de Justicia... Y, en todo momento, el mismo hilo conductor de las profundas convicciones morales y de la vinculación con la ética cívica".
"Era coherente. Coincidimos en tres momentos de su vida: como estudiante de Derecho, en Euskadiko Eskerra y ya en el Gobierno, y siempre era la misma persona", elogia el responsable del Gabinete de Prospecciones Sociológicas, Víctor Urrutia, quien recuerda a su amigo como una persona "llana, cercana y extremadamente jovial" que "nunca ponía una mala cara". "Trabajó y luchó por la Justicia desde el punto de vista cristiano y su vida política se asentó sobre valores de igualdad que procedían de su vinculación a los grupos cristianos", apunta el ex senador socialista.
El sentido del humor era un rasgo muy marcado de su personalidad. "Cuando nos encontrábamos y le saludaba solía decirme: 'Las altas tenéis que agacharos para darme dos besos', y yo me quedaba cortada", rememora con una sonrisa la parlamentaria del PSE Teresa Laespada. "Era extremadamente vitalista. Tenía mucha capacidad para movilizar a la gente y un gran espíritu conciliador. Además, era un trabajador incansable: le pedías un dato y no tardaba nada en mandártelo por e-mail", añade.
Fínez entró en 2001 en la carrera judicial, como número uno de su promoción, por el cuarto turno, reservado a los juristas de reconocido prestigio, cuando era profesor en Deusto. "Le conocí cuando fue magistrado suplente en la Audiencia de Cantabria. Elaboraba sentencias muy rigurosas. También le tocaron momentos complicados, como la aplicación de la nueva ley de Enjuiciamiento Civil", recuerda Edmundo Rodríguez, magistrado de la Audiencia de Álava. "Era un jurista de primera división y una muy buena persona, un lujo y una referencia obligada para todos. Le preguntábamos siempre que teníamos dudas", abunda.
"Era intelectualmente muy sólido. Siempre atendíamos a lo que decía. Era la garantía, la señal de que íbamos bien", resalta el senador socialista y profesor de Sociología de la UPV Imanol Zubero, quien le conoció en la Asociación de Objetores de Conciencia de Euskadi y luego coincidieron en Gesto. "Fue esencial para consolidar un pensamiento y una práctica de la desobediencia civil y la insumisión en términos democráticos", asevera Zubero.
Doctor en Derecho, profesor universitario, miembro de la asociación progresista Jueces para la Democracia, sacó tiempo además para escribir 12 libros. Pese a su relevante carrera profesional, era una persona "humilde", según coinciden todos los que le trataron. "No tenía ni medio gramo de tontería", ilustra Nazario Oleaga, decano del Colegio de Abogados de Vizcaya. "Fue una buena noticia que le nombraran a él viceconsejero. Era un excelente profesional y una persona entrañable. Se podrían llenar hojas y hojas con alabanzas hacia él", apostilla.
"Era muy buena persona y estaba muy comprometido con causas sociales. Veía el derecho desde la perspectiva humanista", indica la abogada Juana Balmaseda, quien recuerda su cercanía y "sonrisa" permanente. Su sucesora en el cargo, María Victoria Cinto, destaca también la categoría humana de Fínez: "Era un ser humano muy bello. Un apasionado de su familia, sus amigos y su trabajo".
Nacido en 1962 en Mielan, en el departamento de Gers (Francia), casado y padre de dos hijos, su familia era su gran apoyo. "Su mujer, Susana, era capital para él, con quien le unía una gran complicidad. El ámbito familiar le sostenía", enfatiza Urrutia.
El ex director de Modernización de la Administración de Justicia, Luis Cordero, se duele del "vacío inmenso que Fínez dejó en todos los órdenes de su vida". Cuando trabajó con él en el Ejecutivo autónomo comprobó que siempre tenía tiempo para ayudar a los demás. "Se sabía el nombre de todos, humanizó la Administración. A todos nos marcó en algo", concluye.
Generosidad y altruismo
José Manuel Fínez estrechó su relación con el abogado y catedrático de Derecho Civil de Deusto Ricardo de Ángel dado el humilde origen de ambos, que además explica, en palabras de De Ángel, el altruismo y solidaridad de su amigo. El ex viceconsejero de Justicia Iñaki Sánchez coincide en señalar dichas cualidades en Fínez y añade su compromiso con los problemas sociales y con la paz en el País Vasco. "La generosidad, sobre todo la intelectual, que es la que suele resultar más difícil; el altruismo y la solidaridad, muy probablemente resultantes de su modesta procedencia social, extremo en el que nuestra sintonía fue más intensa, e incapacidad, no ya de hablar mal de nadie, sino incluso de pensar mal de nadie", resume De Ángel como principales características del fallecido.
El diputado socialista Óscar Seco, quien califica a Fínez como un hombre "sobresaliente", opina que en el trasfondo de su vida es "de reseñar su sólida fe y militancia cristianas, inspiradoras en su dedicación a los más débiles". A Seco le hubiese gustado agradecerle su "simpatía y sencillez". De Ángel destaca la "visible alegría de vivir" de Fínez y señala: "No se conformó con ella, sino que la irradió a quienes, en una época u otra de su vida, tuvimos la fortuna de acompañarle".
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