Piatti guía al Almería
Un gol en propia puerta de Rindaroy da ventaja al conjunto andaluz ante un Deportivo muy gris
No hay nada como una defensa con tres centrales para que te acaben marcando desde dentro del área pequeña. El gol de Juanma Ortiz, o más bien en propia puerta de Rindaroy, fue el elemento diferencial de un duelo entre Almería y Deportivo que se movió a un ritmo de veteranos y en un escenario más propio de la pretemporada que de unos cuartos de final de la Copa del Rey. Lejos de la espectacularidad de los choques vividos en Vila-real y Barcelona el miércoles, el encuentro de los Juegos del Mediterráneo, un estadio en el que se escuchaban los gritos de los futbolistas, se empapó de la frialdad reinante para que los bostezos afloraran sin remisión. Ganó el Almería porque fue sostenido por un futbolista capaz de ofrecer algo distinto, Crusat, y porque, en líneas generales, mostró algo más que un Deportivo impotente, huérfano de fútbol, aburrido hasta la saciedad. Le tocará remontar en Riazor, algo que tendrá complicado si no aumenta sus prestaciones de forma urgente.
ALMERÍA 1 - DEPORTIVO 0
Almería: Esteban; Juanma Ortiz, Silva, Carlos García, Míchel; M'Bami, Bernardello, Corona (Pellereno, m. 88); Uche (Jonathan, m. 67), Piatti (Crusat, m. 75) y Ulloa. No utilizados: Alves; Jakobsen, José Ortiz y Goitom.
Deportivo: Manu; Manuel Pablo, Lopo (Aythami, m. 46), Rochela, Zé Castro, Rindaroy; Pablo Álvarez (Valerón, m. 59), Rubén Pérez, Juan Rodríguez (Juca, m. 68), Desmarets; y Lassad. No utilizados: Aranzubia; Laure, Juan Domínguez y Adrián.
Goles: 1-0. M. 35. Rindaroy, en propia puerta.
Árbitro: Estrada Fernández. Amonestó a M'Bami, Bernardello, Rochela, Juca y Carlos García.
3.447 espectadores en el estadio Juegos del Mediterráneo.
El motivo principal del aburrimiento, sin duda, residió en el ritmo en el que se desarrolló el partido, impropio de la elite. El Almería, que sin embargo hacía historia al jugar unos cuartos de la Copa, fue la antítesis de la ambición frente a un Deportivo gris, que saltó al campo con la intención de asegurarse el dominio del balón y acabó crujiendo a pesar de formar con cinco hombres en defensa. Solo en el minuto seis, Lassad se encontró con un balón en el área con posibilidad de ser gol. El delantero, de buenas maneras y pésima puntería, mandó el balón al limbo. La ocasión despertó, solo un poco, el ánimo del Almería. El equipo de José Luis Oltra tiene oficio, pero le faltan alma y personalidad. Juega al fútbol con el mismo espíritu de un oficinista, sin pasión, y solo conmueve cuando Piatti decide saltarse un guión nada emocionante. El argentino, una joya ante tanta mediocridad, gozó de dos ocasiones claras, aunque el gol llegó en una jugada tan fría como inesperada.
En medio de una zaga poblada, Juanma Ortiz, con sorprendente facilidad, se hizo con un balón, recortó hacia la banda y su centro lo metió en su propia portería Rindaroy. Hasta la celebración fue fría.
Lotina, consciente de la debilidad mental y física de sus jugadores, echó mano del eterno recurso de Valerón. Una sensación desagradable recorre el cuerpo cuando se observa al grancanario intentar practicar un fútbol imposible para el Deportivo. El conjunto gallego solo dio señales de vida en un gran disparo de Lassad al palo. A la postre, el único gesto que concilió al grupo de Lotina con el fútbol.
Sin pasar excesivos apuros, el Almería se permitió incluso el lujo de perdonar en dos contragolpes muy bien llevados por Piatti, que seguía a lo suyo, reclamando un papel estelar en una cita de segunda. Para la estadística, el debut de Jonathan, que pudo marcar ante Manu, y el regreso de Pellerano después de su grave lesión de ligamentos. Casi todo le salió bien al Almería.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.