Videoconsolas con boina
Las bodegas y el casco antiguo son algunas de las señas de identidad del pueblo
"Cadalso de los Vidrios es, reducido, el paradigma de la vieja Iberia. Encrucijada de caminos, aglutinadora de gentes y huerta de Tolerancia", escribe Antonio Fraguas, Forges. Lo hace en el prólogo de un libro de tapas nobles sobre la historia del pueblo que firma el médico Antonio Boix. Continúa: "Día llegará en que los catedráticos de Sociología de todo el orbe acudirán a Cadalso para estudiar in situ el ejemplo de nuestro acoger, de nuestra convivencia y de nuestra forma de saber estar en el mundo". Ese día, por desgracia, aún está por llegar.
Situado en una cuña territorial de la región, el pueblo es un cruce de caminos. Limita al norte con Ávila y al este y al sur con Toledo. Al igual que ocurre con las ciudades de puerto, por aquí ha pasado gente de todo pelaje. Por si acaso, el recibimiento es cortés: "Bienvenido a Cadalso de los Vidrios", reza en un cartel a la entrada, que a continuación invita a disfrutar lo máximo. ¡Salud!
"Aglutinadora de gentes y huerta de Tolerancia", según Forges
"El cadalseño pasa de innovaciones arriesgadas", escribió Antonio Box
La primera parada, obligatoria, es Casa Moncho. El propietario que da nombre a la taberna ofrece todo tipo de carnes de primera calidad, pero lo que da el toque de distinción son los entrantes que pone mientras el horno hace su trabajo. Queso de cabrales y paté acompañados de abundante pan. Llegada la sobremesa, un par de vecinos se acercan a echarse un cubata. No sabe igual ahora que tienen que salir a la calle a fumar entre trago y trago. Moncho, un hombre tranquilo, lee la prensa local mientras un parroquiano no para de hablarle a pie de barra de cosas sin sentido. No levanta ni una sola vez la vista del papel.
Es hora de recorrer las calles. Uno se da de bruces con la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XV y estilo gótico. Se comenzó a construir durante el reinado de Isabel la Católica. En su interior se venera al Santísimo Cristo del Humilladero, patrón de Cadalso. Más abajo, pasando un callejón, aparece la antigua ermita de Santa Ana, de la época de la reconquista. Fue destruida, según se cuenta en una guía, por las guerras entre árabes y cristianos. Solo queda en pie la portada. Después toca dar una vuelta por el casco antiguo para encontrarse con el palacio de Villena, la fuente de los Álamos y la Casa de los Salvajes. Al acabar, se tiene la sensación de que se ha visitado un pueblo de pueblos. En fin, un cruce de caminos.
En Cadalso funcionan también varias bodegas y una cooperativa de productores de vinos procedentes de cepas de uva albillo (blanco) y uva garnacha (tinto y rosado). Cuentan con la denominación de origen del Consejo Regulador de Madrid y uno puede visitar las bodegas para degustar y comprar vino. Pero no siempre tuvo tan buena prensa. Con la ocupación árabe, Alhaquen II ordenó arrancar las cepas para salvar al pueblo de la perdición de alcohol, pero nadie le obedeció. Ahí siguen.
Para saberlo todo de Cadalso no es necesario pasar frío durante estas fechas. En la web de Zorro Corredero (zorrocorredero.blogspot.com), como se hace llamar Pedro Alfonso Jerónimo, aparecen entrevistados y retratados buena parte de los habitantes del pueblo. El autor del blog no quiere que se pierdan las costumbres y por ello ha hablado con los más viejos del lugar para que den fe de su historia. También da cuenta de algunas curiosidades, como que el canario de un chico del pueblo se proclamó campeón de España en la modalidad de postura.
Un momento. Por las calles hay un cartel colgado que llama la atención: "Campeonato de Xbox 360 [videoconsola] en el hogar del jubilado". Dista mucho de lo que Antonio Boix había escrito en su libro: "Por regla general, el cadalseño es un ser apegado a sus formas de vida, que pasa de innovaciones arriesgadas o preocupantes. Es sincero y abierto al trato, familiar y austero en su vida diaria". Con esa premisa, es necesario visitar de inmediato la casa de los pensionistas, en cuya puerta luce decadente un estanque vacío. En la primera planta se disputa el trofeo de videoconsola pero la realidad es que solo participan cuatro adolescentes del pueblo. Decepción. Resuelto el misterio, tras la puerta de la cafetería aparece medio centenar de jubilados que se abrazan a una copa de vino. Tenía razón Boix, no volveremos a desconfiar de sus palabras.
Los naturales de Cadalso, escribe el médico, son de talla corriente, piel morena y cabellos oscuros en general, aunque también los hay rubios de ojos claros. Son laboriosos, hospitalarios, honrados, benévolos, amigos de bien parecer, individualistas, altivos, unidos y resignados en las desgracias. Parece una descripción demasiado amplia, pero conviene pararse en lo de hospitalarios. En las casas no se acostumbra a echar la llave en la puerta. "¿Quién es?", pregunta el Zampilla cuando tocan a la suya. "Pase", ordena. Se le conoce como el último hombre que lleva boina en el lugar. "Lo llevo por frío y por estilo", dice, sin darle más vueltas. El cadalseño, un ser apegado a sus formas de vida. Dicho queda.
Lugar en alto
- Se llega con las líneas 545 y 546 de autobuses El Gato, desde el intercambiador de Príncipe Pío, y con la línea 557 de Cevesa, en la Estación Sur.
- El pueblo está en las estribaciones de la Sierra de Gredos, a unos 75 kilómetros al suroeste de Madrid, y tiene unos 3.00 habitantes.
- Cadalso significaba lugar en alto y de los Vidrios, se refiere a la industria vidriera que dio fama al pueblo a partir del siglo XV.
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