Aparte te lo digo, amigo
Tiene arrojo la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico al estrenar esta comedia incógnita con el nombre de su ignoto autor y no con el de Agustín Moreto, que vende más. Todo es enredos amor se publicó en 1671 en Madrid a nombre de Diego de Figueroa y Córdoba, y poco después en Valencia en la Verdadera (!) tercera parte de las comedias de Moreto, donde nada pintaba: tales cambiazos eran comunes entonces. Quienes gusten de descubrimientos, encontrarán aquí un enredo redondo en torno a las figuras de la joven travestida inteligente y ubicua y el seductor irredento que acaba a sus pies tras mil idas y venidas trepidantes por un pasaje reservado entre habitaciones contiguas de casas vecinas.
TODO ES ENREDOS AMOR
Autor: Diego de Figueroa y Córdoba. Versión: Julio Salvatierra. Intérpretes. María Prado, Carlos Jiménez, Georgina de Yebra, Badia Albayati, Sara Moraleda... Luz: Luis Perdiguero. Vestuario: Almudena R. Huertas. Dirección: Álvaro Lavín. Teatro Pavón. Hasta el 6 de febrero.
Julio Salvatierra, autor de la versión, ha limado las edades de algunos personajes para acercarlas a las de los actores de la Joven Compañía, ha añadido un divertido coro de carpinteros para dar trabajo a todo el elenco y ha retocado versos y vocabulario con respetuosa alegría para que usos y costumbres de entonces respiren aires de ahora. La dirección de Álvaro Lavín concilia el estilo exacto de las puestas en escena del Siglo de Oro con las exigencias del espectador actual. Sus intérpretes se ven obligados a saltar continuamente y con precisión extraordinaria del diálogo al aparte rápido dicho al público o al compañero. No recuerdo un montaje donde esa técnica, que devuelve al teatro su condición originaria de espacio único, sin cuarta pared, se haya desarrollado tanto.
Los actores responden con frescura y un oficio impropio de su edad. Mamen Camacho ya nos había sorprendido en La moza de cántaro. Aquí hace un ejercicio de fregolismo impecable. Francesco Carril borda al chulo con encanto, estudiante en Salamanca de geografías femeninas. ¡Cómo ha crecido este cómico en un año! Paloma Sánchez de Andrés interpreta a una Manuela Contreras briosa y con encanto, tercera en esta relación triangular. Habría que citar elogiosamente a cada uno de sus 10 compañeros: los que tienen papeles de brillo y los que hacen trabajo coral. Carolina González vuelca el proscenio del teatro Pavón hacia el público, entre el cual se coloca el pianista (eficaz la música de Mariano Marín), y levanta una sencilla pared al fondo con un portón giratorio que evoca la puerta central del vestuario de los corrales de comedias y separa las dos casas. A un giro suyo, los actores están en una o en otra, sin moverse del sitio.
Con montajes como éste, las nuevas generaciones sacarán una idea renovada de nuestros clásicos y de lo que pueden contarnos a día de hoy.
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