La penúltima decisión de la gran fortuna española
Marta Ortega se entrena en Inditex para tomar las riendas en un futuro
El anuncio hecho ayer por Inditex forma parte de un elaborado plan de futuro de Amancio Ortega. Si en el área de la gestión el elegido para conducir la multinacional ha sido el primer ejecutivo de la firma, Pablo Isla, todavía queda un paso más en el ámbito patrimonial. Los dos hijos que tiene con su primera mujer, Rosalía Mera (otra de las grandes fortunas del país), no están, por distintas razones, en esa carrera sucesoria. Marta Ortega sí. Fruto de su segundo matrimonio con Flora Pérez Marcote, Marta comparte con su padre, además de la pasión por los caballos, el proyecto textil de la tercera empresa española en Bolsa (a fecha de ayer su valor asciende a 35.280 millones).
"No tiene un puesto ejecutivo, aún es muy joven", dicen en la empresa
La hija del fundador ha empezado desde abajo, como es la norma
"No tiene ningún puesto ejecutivo, todavía es muy joven", traslada un portavoz del grupo para evitar las cábalas sucesorias. A sus 26 años, su formación académica se ha repartido entre A Coruña, Suiza y la European Business School de Londres, donde se licenció.
Como la filosofía familiar manda, empezó por abajo, recorriendo las tiendas del emporio. En Londres trabajó un breve periodo atendiendo al público y reponiendo mercancía en una tienda del centro. Conoce la mecánica de la cadena (también ha estado en otros puntos de distribución en Asia y España), y dicen que fue la inspiración de su padre para crear la línea de ropa para jóvenes que distribuye Bershka, una de sus cadenas preferidas. En la salida a Bolsa de la empresa, en el año 2001, Marta partió con un capital de seis millones de acciones que luego vendió. Sin apenas hacerlo notar, Amancio Ortega la incorporó en el año 2007 a las sociedades patrimoniales (Partler y Gartler) que gestionan la fortuna familiar. Es vicepresidenta de las firmas de las que deriva el resto del tejido societario de los Ortega, que cuentan con varias sociedades de Capital Variable (las principales, Alazán y Keblar), con las que optimizan los rendimientos de su patrimonio sin pagar una gran factura a Hacienda. En los últimos años la crisis también ha disminuido considerablemente el patrimonio de las Sicav de Amancio Ortega pese a que parte de sus inversiones estuvieron siempre en renta fija. Pero no ha perdido el gusto por la inversión inmobiliaria. En plena crisis aprovechó el mercado para invertir en algunos edificios emblemáticos, como dos inmuebles del paseo de Gracia barcelonés.
Como él, Marta no se prodiga en fotos ni en actos públicos. Tampoco se supo nada de su aterrizaje en la sede del grupo de Arteixo (A Coruña) hasta que La Voz de Galicia lo publicó, hace dos meses. El departamento de comunicación de la empresa, como suele ser habitual, ni confirma ni desmiente. Aunque todavía es muy joven, está en la recta final de su etapa de formación y ha recalado en el polígono de Sabón, donde no tiene un puesto fijo ni una responsabilidad concreta. "Le queda todavía mucho camino por delante, está aprendiendo y por ahora no se sabe qué va a pasar dentro de cinco o diez años", dice uno de los empleados. Lo que seguro ocurrirá es que Inditex intentará seguir cumpliendo como hasta ahora con su plan estratégico actual que termina en el 2014. ¿Hasta dónde podrá seguir aguantando el grupo este ritmo de aperturas? Nadie da una respuesta cierta a la pregunta. "Inditex siempre ha sorprendido, llegó al número uno sin apenas hacer publicidad en ningún medio de comunicación, salió a Bolsa casi por obligación, porque era demasiado grande, uno no puede contestar a esa pregunta sin un alto riesgo de meter la pata", dice un analista.
Pablo Isla aseguró hace algunos meses que no se veía en otra empresa. Ahora podría pasar a la historia como el hombre que consiguió hacer reinar al primer grupo textil español en el mundo, dejando definitivamente atrás a su gran competidor, la cadena H&M. Los inversores, al menos por la respuesta de la Bolsa ayer, parece que confían en ello.
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